Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha comprado Twitter por 44 mil millones de dólares. Mezcla de superhéroe de Marvel y de malvado de James Bond, dice que la adquisición para sacarle todo el potencial que tiene como foro del mundo.
A partir de aquí se me abre un extenso árbol de preguntas.
- ¿Es la adquisición el penúltimo capricho de un multimillonario extravagante o en realidad quiere hacerlo rentable y ingresar capital?
- ¿Quiere mejorarlo en realidad o solo lo quiere utilizar para sus intereses?
- Es cierto que Twitter necesita mejoras, pero ¿son las que propone Musk?
- Y en caso de serlo, ¿qué impacto van a tener en el tejido social general?
Publica 5 tuits al día
Una relación de amor-odio con la red social
Elon Musk ha retransmitido el proceso de adquisición de Twitter a través de su cuenta
Elon Musk es a la vez un ferviente admirador y un furibundo detractor de Twitter, donde ejerce de iluminado y de troll a la vez. Con una media de 5 tuits al día, sigla que ha aumentado en las últimas semanas. Vierte todo lo que piensa. En 2018 tuiteaba: "Mis tuits son textualmente lo que estoy pensando en ese momento, no mierda corporativa preparada a conciencia, que es en existencia propaganda banal" (sic). Y lo ha demostrado con la adquisición del pajarito celeste, proceso que hemos podido seguir prácticamente tuit a tuit.
Intentemos reponer a los interrogantes. ¿Capricho o negocio? Los 44 mil millones de dólares que ha pagado representan un 20% de su fortuna. Está claro que por muy multibillonario que seas esa cantidad de capital no la tienes de hoy para mañana. Este tipo de adquisiciones se suelen preparar con meses de adelanto. No parece el caso y todo apunta a que pueda ser una troleada que solo él puede permitirse.
Una gran cantidad de capital
Los 44 mil millones de dólares que ha pagado representan un 20% de su fortuna
Es por ello —porque la operación comporta desinversiones y búsqueda de solvencia— que seguramente la adquisición podría durar meses. Esto no quiere sostener que una vez pasada la troleada no lo convierta en negocio. Como ejemplo podríamos coger a Tesla, una empresa fundada en 2003 que no tenía futuro. Musk se erigió como CEO en 2008, echó al 25% de la plantilla y la convirtió en lo que es hoy. Sin secuestro, Tesla le costó a Musk solo 70 millones de dólares.
Incógnitas
El dilema de la transparencia: más privilegio significa más facilidad para manipular
Donald Trump podría ser uno de los grandes beneficiados de la operación
¿Quién debe tener el control?
Unas mejoras con potenciales peligros
¿Quiere mejorarlo en realidad? Musk ha expresado públicamente —en Twitter, ¡dónde si no!— que la valor de lo que vemos, cómo lo vemos y cuándo lo vemos debe ser de los usuarios y no de un comité de dirección; los usuarios deben tener control sobre el operación de Twitter. Esto significaría hacerlo campechano y auditable y que terceros pudieran desarrollar otros algoritmos alternativos. Esto le daría una transparencia que lleva a un dilema irresoluble: por un banda sabríamos que juega expedito —no esconde información, no discrimina usuarios, no manipula tendencias— pero por otro facilitaríamos el trabajo de manipular la plataforma a agentes con intenciones poco nobles; les facilitaríamos el trabajo a los malos a los que Musk afirma que quiere combatir.
Uno de los problemas de Twitter es el acoso. Si eres mujer, infeliz, perteneces a alguna minoría franquista o eres un disidente político tienes todos los números de suceder sufrido acoso alguna vez. Twitter ha mejorado mucho desde 2016, cuando el problema del acoso se hizo muy sobresaliente. Recuerden que uno de los principales acosadores era Donald Trump, que lo practicaba asiduamente con rivales políticos, empresas e incluso personas anónimas. Una posible opción sería apurar con el anonimato obligando a los usuarios a registrarse con un identificador con validez procesal, extremo que ha comentado alguna vez Musk. Pero vuelve el dilema: si hiciéramos esto les facilitaríamos el trabajo a los malos; dictaduras, regímenes totalitarios y servicios secretos poco democráticos en normal.
Así se autodefine Musk
Un "absolutista de la privilegio de expresión"
Musk se califica a sí mismo de "absolutista de la privilegio de expresión". El 25 de marzo realizó una investigación en Twitter. Decía en un tuit: "La privilegio de expresión es fundamental para que funcione la democracia", para preguntar a continuación "¿Crees que Twitter se adhiere con rigor a este principio?". El resultado de la investigación estaba escrito: el 70,4% de los 2.035.924 usuarios que la respondieron votaron “no”. No creo que haya sido determinante en la adquisición de Twitter, pero es ilustrativo de lo que dilación.
Musk mezcla de forma deliberada y peligrosa los conceptos privilegio de expresión y normas de uso de una plataforma privada. Que Twitter sea el foro del mundo e influya la conversación general con solo 217 millones de usuarios activos al día ya debería hacernos reflexionar a todos. Pero que Twitter te cerrojo la cuenta -como hizo con Trump- porque tienes un comportamiento que no se ajusta a sus normas de uso no significa que nadie te coarte la privilegio de expresión. Puedes crear un blog, escribir en las cartas al director de La Vanguardia o designar a El Món en RAC1, o incluso, como hizo Trump cuando lo desplataformizaron, crear tu propia red social.
Ya conocemos otros intentos de creación de redes sociales sin normas. Se llaman Gab o Parler y están llenas de conspiranoicos y miembros de la ultraderecha que no tienen sitio en ninguna otra red. El propio Trump ha creado Truth Social, una red social que aspira a competir con Twitter. Incluso esta red, que afirma respetar la “privilegio de expresión”, cierra cuentas que son críticas o hacen mofa de miembros del partido de Trump.
Un pájaro y un árbol
¿Qué impacto tendrá el cambio a nivel social?
Lo que nos lleva a la última —y más importante— pregunta. ¿Todos estos cambios qué impacto tendrán en el tejido social general? Se acusa a las redes sociales de provocar un desgarro de dimensiones cósmicas en el tejido social, con consecuencias que van desde la polarización hasta genocidios, pasando por la persecución política. Podemos pelear si han sido causa necesaria para impresionar a donde estamos pero lo que está claro es que ningún de los estudiantes, visionarios, programadores, empresarios que evolucionaron la Web 2.0 pública en la Web 2.0 social de las grandes corporaciones actuales previeron ningún de los bienes secundarios; ni el creador del corazón de Instagram previó que haría infelices a muchas personas cuando no lo recibirían.
Un pájaro y un árbol con muchos interrogantes. La única certeza que tengo es que no es una buena novedad que la misma persona que quiere hacer de Marte un sitio más habitable, tenga la secreto para hacer de la Tierra un circunstancia menos habitable.
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