En pleno distrito tecnológico del 22@, la antigua industria La Escocesa, uno de los últimos vestigios del Manchester catalán, aguarda desde hace abriles una profunda rehabilitación. El antiguo circuito industrial empieza a dar unos esperados pasos para potenciar su perspectiva cultural y asimismo acoger un futuro centro de innovación alimentaria.
El gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunció ya hace casi cinco abriles la importación por diez millones de euros de la mayoría del vetusto difícil para evitar que se construyeran pisos de boato. Ha pasado un quinquenio y prácticamente los únicos que resisten son una treintena de artistas en la nave Johnston, reconvertida en centro de creación cultural desde finales de los 90. Asimismo acondicionaron hace un par de abriles el edificio anexo conocido como L para áreas de trabajo de cerámica, madera y soldadura. En total, hay 24 talleres individuales, tres espacios para residencias de investigación y otros dos para colectivos que usan de forma periódica.
La actor Julia Aurora en su taller
Actualmente, hay más de una treintena de artistas de distintas nacionalidades. Una de ellas es Julia Aurora, natural de República Dominicana e instalada hace poco más de un año tras su paso por Holanda. Con esculturas en forma de centro y la utilización de materiales como semillas o arenas, la cerámica ocupa un papel protagonista en su obra. “Es muy interesante trabajar aquí. Es un espacio comunitario con una comunidad muy válido”, destaca Julia mientras idea su zaguero plan con un disco fotográfico en remembranza de su abuela fallecida recientemente.
En otro taller, Carlos Vázquez, actor visual, prepara la mudanza ya que ha permanecido los cuatro abriles mayor permitidos. Recoge sus proyectores y bobinas para continuar su plan a unos pocos metros, en el Hangar, otro centro de producción artística. “La Escocesa ha hecho posible suscitar una red comunitaria de artistas en la ciudad y vínculos con otros centros e instituciones”, apunta Carlos.
Una treintena de artistas dan vida actualmente a La Escocesa
Los artistas hacen lo que pueden para sustentar el circuito y cuidan con esmero el espacio que cuenta con una imprenta y un horno de cerámica, uno de los últimos en activo de la ciudad. Por el extranjero, unas gallinas campan a sus anchas y uno de los habitantes más longevos, la conejita Bambi. Aunque con el inexorable paso del tiempo, las naves deshabitadas del conjunto histórico, protegido como proporcionadamente cultural de interés almacén (nivel B), han sufrido un trastorno considerable.
En una de ellas, la Foseco, se derrumbó parte del tejado y se decidió derruir la cubierta en verano de 2020 para evitar males mayores. Hoy en día, solo permanecen en pie los pilares y las fachadas, que son estructurales. Hace unos meses, el Comunidad asimismo desalojó a los ocupas en la parcela donde hay unas muy degradadas viviendas delante su peligro de derrumbe y desocuparon la nave Shield, donde estaban tres artistas.
En la izquierda, lo que queda de la nave Foseco que albergará talleres para artistas
Tras abriles pendientes de una gran reforma, el Consistorio ha iniciado los trámites para dar un impulso al antiguo circuito industrial. Por un flanco, ha convocado un concurso para la redacción del plan y dirección de las obras de rehabilitación integral de la nave Shield para ubicar lo que el gobierno municipal ha denominado el nuevo FoodLab de Barcelona, un centro de innovación alimenticio. Por otro flanco, ha licitado las obras para arreglar la nave Foseco para potenciar los usos culturales.
Ubicada en la parte central del difícil, la nave Shield se levantó a mediados del siglo XIX. Está formada por una planta herido y dos plantas asfalto con una superficie construida de 2.169,57 m2. La edificación se encuentra en desuso y en asaz mal estado. Destaca una de sus fachadas, revestida con un colorido mural de formas geométricas del actor argentino Zosen Bandido, que fue residente de la industria de creación.
Una treintena de artistas dan vida actualmente a La Escocesa
Uno de los objetivos principales del futuro centro alimenticio consiste en posicionar a Barcelona como “referente internacional” en este ámbito. Para ello, se prevé que se alojen agentes que forman parte del sector, desde start-ups, empresas, centros formativos, universidades o emprendedores. Una de las futuras dependencias estará formada por una zona de cocinas con tres diferentes espacios. Uno orientado a la innovación y experimentación con la provisiones, otro para realizar catas de productos y en el otro se podrá arrendar un pequeño espacio de cocina.
Esta radio sumará un total de 95 m2 por lo que se advierte en el pliego de condiciones que habrá que tener singular atención a la norma de incendios por este tipo de usos. Asimismo se contempla habilitar un plató con cocina para la producción de contenidos audiovisuales gastronómicos.
La reforma de dos de sus naves principales requiere una inversión mínima de siete millones
Encima, habrá una sala de exposiciones, un teatro y aulas de formación para diferentes programaciones, como talleres, clases presenciales o sesiones de cocreación. Otra sala se destinará a la experimentación con impresoras 3D y otras máquinas electrónicas destinadas a las start-ups y empresas externas. Por otro flanco, la ciudadanía contará con una zona para realizar proyectos y prototipos relacionados con el mundo alimenticio El coste de la rehabilitación integral de esta nave asciende a unos 3,7 millones y se comercio de un plan candidato a los fondos europeos de progreso regional (Feder).
Al estar catalogado el edificio, la propuesta de intervención tendrá que “preservar, potenciar y recuperar todos aquellos principios característicos” que definen la casa del circuito de La Escocesa, recoge la subasta. Con la intervención se mejorarán las condiciones de accesibilidad y se adecuará el edificio a la norma actual. Asimismo, se conectará a la red urbana de calor y frío Districlima con el objetivo de someter las emisiones CO2 y el consumo energético. Antiguamente de la rehabilitación, se procederá a realizar unas catas y se apuntalarán por motivos de seguridad aquellos principios estructurales en mal estado y en aventura de colapsar.
El difícil se hará más permeable con un nuevo golpe en la calle Bolívia que conectará con Pere IV
Con esta intervención, los planes municipales pasan por desobstruir más La Escocesa a la ciudadanía por lo que quiere convertir la plaza, donde se mantiene en pie la antigua chimenea, en el núcleo central del dotación con la celebración de actividades y acontecimientos públicos. En este punto, se colocarán puestos de bebida y comida preparada para tolerar. Para hacer más permeable el circuito se pretende crear un nuevo golpe desde la calle Bolívia que conecte con la presente entrada de la calle Pere IV.
La cabeza de la nave Johnston, reconvertida en una industria de creación cultural
Preguntado sobre el calendario de obras, el Comunidad contesta que de momento no puede ofrecer detalles ni concretar el inicio de los trabajos, aunque todo apunta a que ya sería para el próximo mandato. Lo que se prevé es que la transformación de la nave vecina, la que se conoce como Foseco, llegue primero. Ya se han licitado las obras con un presupuesto de 3,6 millones de euros. Según un calendario municipal de finales de año pasado, las obras comenzarían durante el segundo trimestre de este año y acabarían en el tercer trimestre de 2023. Aquí se proyectará un centro de creación hermoso, basado principalmente en las artes plásticas, con 17 talleres en el situación del software de las fábricas de creación del Institut de Civilización de Barcelona (Icub).
Los artistas aprovecharán para desobstruir más el espacio al judería con actividades
Para los artistas los sentimientos son contrapuestos. Por un flanco, ven como una oportunidad ampliar los usos culturales pero asimismo se muestran preocupados por perder su esencia. “Queremos dinamizar antiguamente o durante las obras nuestro plan hermoso y cultural. Llevamos más de 20 abriles como colectivo y somos un dotación importante en el judería por lo que queremos impulsar actividades que incluyan en el proceso al tejido asociativo del judería”, avanza Alba Colomo, la directora de La Escocesa. Frente a la futura transformación, solicitan a la suministro almacén que se les tengan en cuenta y se garantice un “diálogo inclusivo y directo”.
Actualmente se accede a La Escocesa por la calle Pere IV
Asimismo piden que se puedan permanecer en el circuito dos entidades culturales, una de ellas de la comunidad gitana y otra emplazamiento El Ritmo de La Vida, formada por un colectivo de artes escénicas. La Escocesa, actualmente una de las fábricas de creación de Barcelona del Icub, se gestiona de modo asamblearia por la asociación de Ideas EMA con una setentena de socios y socias.
El centro cuenta con un software regular de actividades abiertas al sabido y colabora con otras instituciones culturales y sociales del judería, de la ciudad e internacionales para desarrollar programas conjuntos. Entre las actividades principales, destacan la convocatoria para residencias artísticas, las becas de investigación y el software de becas internacionales.
En cuanto a las viviendas del difícil, una porción es de propiedad municipal - desalojadas hace unos meses por el Consistorio por peligro de derrumbe- y la otra de la Sareb, la sociedad creada para dar salida a los activos inmobiliarios de los bancos rescatados. El Comunidad reclama a la sociedad y al Profesión de Transportes, Movilidad y Dietario Urbana -competente en asuntos de vivienda- que se destinen todas al parque sabido a un precio asequible. “A la prórroga de poder decidir con ellos el traspaso de las viviendas, el objetivo es avanzar en el plan para todo el circuito, en el que se definan el número de pisos y maniquí de papeleo”, explican fuentes municipales.
El Consistorio desalojó las precarias viviendas municipales y negocia el traspaso de las que pertenecen a la Sareb
Los orígenes de La Escocesa se remontan a la porción del siglo XIX, cuando unos terrenos de Sant Martí de Provençals- entonces municipio todavía no anexionado Barcelona- pasaron de ser de tierras de cultivo a un circuito fabril. El primer edificio industrial se levantó en 1852 por la compañía J. Arbós como industria de productos químicos para el textil. Unos abriles más tarde, en 1894, el ingeniero Edward Birkhead, natural de Nottingham, se alió con el industrial escocés John Shields, para instalar la industria de textil especializada en el punto de crochet.
Interior de La Escocesa
La industria se denominó Johnston, Shields & Cia, pero acabó conociéndose popularmente como La Escocesa. La crisis del sector la abocó a su obstrucción en 1984, pero los antiguos trabajadores la salvaron al constituir una cooperativa para continuar con la producción textil hasta 1998. Luego, los usos industriales dieron paso a los actuales culturales desde finales de los 90. La Escocesa resiste con la presencia puesta en el futuro.
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