Cómo el éxito en la cultura pop se concentra en cada vez menos manos

En 2021, Drake, Doja Cat y Justin Bieber colocaron cada uno seis temas —entre propios y colaboraciones— en la cinta de los Hot 100 de Billboard. Estos tres, inmediato a Olivia Rodrigo, Ariana Espacioso, Megan Thee Stallion y The Weeknd han colocado uno de cada tres temas de esta prestigiosa cinta. Ese mismo año —pero en la gran pantalla—, Spiderman: No way home se convirtió en la película más taquillera del año, tanto en EE.UU. como a nivel mundial. El universo cinematográfico de Marvel (UCM) situaba de nuevo otra de sus franquicias en lo más parada de un ránking plagado de precuelas, secuelas, spin-offs, remakes, reinicios o partes de un universo cinemático: de la cinta de las películas que más han recaudado en taquillas americanas, solo Free Guy y Encanto quedaron el extremo año fuera de esa definición.

La civilización pop, el mainstream, aquella que genera mayores ingresos al conseguir al notorio más vasto, tiene una fórmula de éxito y esta se concentra en cada vez menos manos, tal y como demuestra un trabajo de la Columbia Business School. Este aberración sucede en todos los campos, en veterano o último medida: ya sea de forma persuasivo en la música o en la pantalla —tanto en la pequeña como en la ilustre— como más sutil en la letras o hasta en los videojuegos.

Cine

Uno de los ejemplos más evidentes surge al observar los grandes éxitos de taquilla en el cine. El número de films que llegan a cobrar más monises que no son parte de poco preparatorio es cada vez último. Los dos únicos casos de 2021 ya citados que se salieron de la norma son la misma cantidad que llegaron a lo más parada en 2019, antaño de la pandemia: entonces, solo Merienda Upon a Time... In Hollywood y Us fueron películas únicas y originales, no parte de poco preparatorio.

Desde el año 2000, este aberración ha representado más del 40% de las películas más taquilleras, mientras que desde el 2010 —dos primaveras luego del principio del UCM con Ironman— han sido más del 50%. El aberración no ha dejado de crecer, y se sitúa ya muy cerca de representar el 100% de las listas de las más taquilleras.

Música

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En el sector musical, Drake y Taylor Swift fueron, hasta 2021, los Ironman y Capitana Marvel de la industria más mainstream. Con 163 y 110 canciones diferentes colocadas de forma respectiva en las listas Hot 100 de Billboard —que recopila los mayores éxitos de cada año en EE.UU.—, han destrozado las cifras que tenían Rolling Stones (57), Elton John (64) y los Beatles (69). Y no son los únicos.

Como muestran los datos estudiados por el analista Azhad Syed, el oligopolio además es la norma en la industria musical más exitosa. Cada vez son menos los músicos que colocan sus hits en los ránkings. Adicionalmente, esta situación de último competencia lleva a que cada cómico coloque en ellos más canciones de lo que lo hacía antaño: en los 90, cada cómico sumaba en la cinta de media 1,3 canciones; en la primera decenio del siglo XXI, 1,5; y en los 10, más de dos.

“Nunca se ha publicado tanta música como ahora”, señala Nacho Ruiz, director del módulo Make It Happen de la IMB International Music Business School, músico y director del sello Mont Ventoux y Festival Brillante. No solo se baten récords de lanzamientos cada semana, sino que eso provoca un “sorpresa embudo en el que unas novedades se anulan con otras y acabamos escuchando la misma cantidad de música que siempre”. Adicionalmente, esta sobreproducción entre los artistas más exitosos va en aumento, ya que “es mucho más caro desarrollar artistas que situar por los consolidados”, señala Ruiz, aunque “a la larga resulte contraproducente porque cultiva una civilización de usar y tirar que impide el exposición hermoso”. “A David Bowie le costó muchísimo alcanzar el éxito. En una industria que promueve solo lo inmediato nos lo hubiéramos perdido”.

En un entorno en el que los prescriptores han sido sustituidos por un operación, los ciudadanos de a pie no escuchan lo que quieren, sino “lo que nos dictan”, lamenta Ruiz: “Los artistas con veterano capacidad de marketing e influencia, seguidores y servicio del operación se acaban convirtiendo de forma inexorable en éxito”. Por ello, y para atizar la insaciable escasez de inmediatez de dicho operación, una constante producción musical es necesaria para “impactar constantemente a la audiencia”. “Se publica tanto que si no estás, desapareces del imaginario colectivo”. Esta tendencia se mantiene en rápido crecimiento, llevando a las listas a homogeneizar no solo nombres, sino además estilos musicales.

Libros

En EE.UU., el sector editorial además sigue el mismo camino que el resto de la civilización pop. En el mercado intelectual gabacho, las listas quedan cada vez más a menudo copadas por fenómenos de sagas literarias —como los éxitos póstumos de Stieg Larsson y sus ‘Hombres que no amaban a las mujeres’ o las Cincuenta sombras de Congregación—, reencuentros con el pasado —la publicación de un volumen (‘Ve y pon un centinela’, de Harper Lee) en 2015 vuelve a colocar otro del mismo autor pero más antiguo (Matar a un ruiseñor, de 1960) en lo más parada— o autores cada vez más prolíficos.

Los datos demuestran que, pese a que solía ser asaz raro que un autor tuviera varios libros entre los 10 primeros en el mismo año, desde los 90 ha sucedido casi cada año. Ningún autor había tenido tres libros entre los 10 primeros en un año hasta que Danielle Steel lo hizo en 1998. En 2011, John Grisham, Kathryn Stockett y Stieg Larsson tenían dos libros cada uno.

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El rapero Drake colocó sólo el pasado año seis éxitos en la Hot 100 de Billboard 

Otras Fuentes

Este patrón, sin bloqueo, no es compartido por el sector editorial gachupin, en el que “hay más ganancia para las sorpresas y los recién llegados, son numerosos y siempre proporcionadamente recibidos”, señala Marc Rocamora, director de Marketing y comunicación de la división editorial del Reunión Planeta. “Tenemos muchos ejemplos en las listas de más vendidos de ficción, en autoras como María Oruña, Alice Kellen o La Vecina Rubia que se han convertido ya en fenómenos editoriales, o la propia Eva García Sáenz de Urturi cuyo despegue es relativamente fresco y que a día de hoy sigue conquistando a miles de lectores”.

“Es posible que en el mercado norteamericano se haya producido esta concentración. En el gachupin no es cierto”, según apunta Antonio Mª Ávila, director ejecutor de la Pacto de Gremios de Editores de España. “El autor conocido sale siempre con un plus, pero eso no impide que salgan autores de otro tipo. El sistema te impide ese oligopolio —apunta Ávila—, porque todo el mundo publica. Con la cantidad de novedades y de ediciones, uno o dos nuevos tocarán la tecla un año, a excepción de de los ya consagrados—”.

Televisión y videojuegos

Como en el mundo editorial, el consumo audiovisual en la pequeña pantalla no puede ser comparado en España con el estadounidense. La disparidad del maniquí televisivo, con la potencia del cable en EE.UU. y el consumo multiplataforma regido por Netflix, Prime, HBO y compañía en España, hace ficticio inferir la tendencia al oligopolio en el país gabacho con la situación en nuestro país.

El consumo televisivo en Estados Unidos sigue el mismo patrón que el afectado por la gran pantalla. Las reposiciones y relanzamientos de formatos antiguos, así como secuelas y precuelas de series, shows y programas emitidos de forma múltiple en distintos días de la semana o spin offs de otras series, dominan con cada vez más fuerza el panorama audiovisual gabacho.

El patrón se repite en todos los sectores de la civilización pop. En los videojuegos, un sector muy globalizado, las franquicias dominan con rotundidad el panorama del éxito. Desde 2005, hasta en cinco ocasiones han llegado a copar la totalidad de las listas de los más vendidos videojuegos parte de un conjunto más amplio como Mario, Zelda, Call of Duty o Grand Theft Utilitario.

El mercado del entretenimiento seguirá explotando la fórmula del éxito y buscando más variantes de este. Pese a ello, que las grandes cantidades de monises, audiencia y espectadores sigan recayendo en cada vez menos nombres empujará la situación en torno a una precipitación de este oligopolio. 

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