"Crecí con el cine de los 80, que ayer era comercial y ahora ya es clásico". Ya crecido, Alexis Morante estudió cine en Estados Unidos, rodó varios cortos y, ahora a los 43 primaveras, estrena su primer largometraje que es un homenaje a esa infancia y a ese cine ochentero que para los niños de hoy en día es puro clásico. El universo de Óliver, que llega hoy a las pantallas españolas, transcurre en Algeciras durante el paso del cometa Halley en 1985.
El zagal Óliver, que acaba de cumplir 13 primaveras, anda congruo descolocado. Su padre se ha quedado sin trabajo y la tribu se ha mudado a casa de su ascendiente en Algeciras. Viven perseguidos por el cobrador del frac mientras Óliver atiende fascinado a los delirios de su ascendiente con el cometa Halley, novillada con los chicos malos del intramuros vecino y empieza a notar poco por Irene, la pupila que ama los insectos.
"Soy heredero de películas como Regreso al futuro, Cuenta conmigo o Los Goonies en las que se presenta a los niños como seres inteligentes", explica Morante en una entrevista con La Vanguardia, aunque además se declara entregado al "cine andaluz de Alberto Rodríguez o de Benito Zambrano" y no oculta su adoración por Víctor Erice, Julio Medem y el cine caco.
El universo de Óliver está basada en una novelística de Miguel Donaire González, compañero de colegio de Morante: "Miguel Donaire escribió esta novelística sobre su infancia, nuestra infancia, pero no la publicó a la retraso de que yo hiciera este largometraje", recuerda el director por cuyo filme desfilan los televisores sin mando a distancia, las máquinas tragaperras, el Un, dos, tres, responda otra vez, los tejanos de pata de elefante y otros tantos momentos que han afectado la inicio de media España.
La película, protagonizada por Salva Reina y María Audaz, tiene poco de comedia, un poco de presunción y un toque de Verano celeste, pero es "además un drama social". Óliver sufre por el desempleo de su padre y por la desesperación de su hermana, que lucha por salir delante, mientras se une a un equipo de fútbol que antes le da más disgustos que alegrías.
Para designar al reparto lozano, el equipo de Morante hizo un cásting entre más de 1.000 niños del Campo de Gibraltar del que "salieron algunos de los actores que se mueven con toda ciudadanía". Pero Morante encontró a Óliver en una selección profesional donde dio con Rubén Fulgencio, que "es un irreflexivo extraordinario" y que puede convertirse en un futuro en una de las caras conocidas del cine castellano.
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