Óscar Jaenada y Fernando Tejero se convertían en los últimos invitados de la semana en El Hormiguero, a donde acudieron para murmurar de su próxima película, La piel en llamas, que se estrenará el próximo 27 de mayo. Un plan que ha traumatizado a los dos, tras comprobar de primera mano cómo los pueblos en vías de progreso tienen que sobrevivir a duras penas en presencia de la despreocupación de los países del primer mundo.
Un tema sobre el que Óscar Jaenada se ha mostrado muy crítico, rechazando de guisa rotunda el racismo y la discriminación que han de poblar muchas personas a causa del color de su piel, dejando una importante consejo sobre cómo tratamos como país privilegiado a los países en vías de progreso.
La piel en llamas llamativo es una obra teatral escrita por Guillem Clua, ha sido producida en numerosas ocasiones a nivel internacional. Una cámara muy aplaudida por su inteligente discurso sobre el papel actual de los medios de comunicación y la política en tiempos de supresión, y cómo se crean diferentes realidades según se viva a uno u otro flanco del conflicto, determinado en gran guisa por el poder de oeste.
“La solidaridad que mostramos con los ucranianos incluso la podríamos mostrar con los africanos. Creo que hay un racismo institucional, oriundo, no nos damos cuenta, pero sigue siendo racismo. En estos pequeños detalles, mostrar esta solidaridad con el pueblo ucraniano… Me parece fenomenal, pero luego mostrar todo lo contrario con unas personas que vienen de problemas similares, solo por el color de su piel, debería hacernos reflexionar sobre muchas cosas”, asegura el actor, “¿Hasta qué punto está institucionalizado el racismo? Hemos de combatirlo de alguna guisa. Porque, ¿por qué estos sí y esos no?”, concluyó el intérprete, que aseguró que es poco que no sabe ni cómo explicárselo a su hijo.
Su consejo le valió el inmediato aplauso del notorio que, tal y como reconocía Pablo Motos, les había dejado a todos “parados”.
Una reivindicación a la que incluso quiso sumarse su compañero, Fernando Tejero: “A veces la civilización es un espejo imprescindible donde mirarnos y darnos cuenta de que seguimos cometiendo los mismos errores”, insistió el cordobés, que hizo hincapié en cómo La piel en llamas está basada en una obra de hace más de dos décadas a cuenta de la supresión de Irak y cómo casi nada habían cambiado las cosas desde entonces.
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