Es tan real, que la directora polaca Anna Karasińska, cuando los periodistas insisten en que explique qué se encontrará el manifiesto con su obra Internacional, argumenta: “Es mejor que vengan y lo vean que explicarles lo que verán”. En el marco, cinco actores y actrices jóvenes, sí, que se han formado en el Institut del Teatre, pero que, como ellos mismos refieren, se han tenido que desprender de sus técnicas interpretativas.
El director del Teatre Lliure, Juan Carlos Martel, lo cuenta así: “Karasińska trabaja con la bisectriz que hay entre la verdad y la mentira. La escenografía vuelve al espacio malogrado. El proceso de creación acaba en la comienzo, en la imaginación de los espectadores”.
Es así como trabaja esta dramaturga y directora teatral polaca, que debuta en España con este montaje. Internacional, del 26 de mayo al 19 de junio en la sala de Gràcia, cierra la temporada más de la Europa del Este del Lliure, que se completa con la reposición de Les tres germanes, de Chéjov, dirigida por Julio Manrique, en Montjuïc.
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Karasińska revela su proceso de trabajo: “Mi punto de partida no es concreto. No diseño el espectáculo con un tema para explicarlo al espectador, sino con lo que concluirá él a partir del espectáculo. Cuando voy a un sitio, intento conocer su entorno y las experiencias que pueden interesar al espectador, qué hace equivocación para despertarlo, poco que sea de calidad”.
“No creo espectáculos –continúa–, sino situaciones, pero desde un punto de sagacidad visual no es revolucionario, porque el formato es el de siempre. Lo que es revolucionario es lo que pasa. Cuando busco actores, busco a cualquiera que me inspire, que tenga su propio proceso, relacionado con el tipo de persona que es. Es un teatro que no es convencional, pero que vuelve a las raíces. Me acerco a unos arquetipos: no hay papeles, no hay guion, no hay una historia, no hay personajes... Diseño experiencias para que el manifiesto conecte con los actores”, concluye.
Por otra parte, una persona que dejó el equipo hermoso los primeros días de trabajo hizo unos comentarios en las redes sobre posibles malas prácticas. Sobre este aspecto, Martel respondió a los medios: “En las salas de experimentación trabajamos con un material sensible, que son las personas, y aquí entran muchas subjetividades, tantas como personas participan. En el Teatre Lliure tenemos unos instrumentos que permiten que las salas de experimentación sean espacios seguros”.
“Estos instrumentos internos –continua Martel– analizan de modo externa si lo que hacemos es seguro. Adentro de los equipos puede sobrevenir diferentes sensaciones. Tenemos diferentes protocolos y un código ético. Una vez activado, la dirección de la casa no participa. El documentación aún no ha llegado”. En la presentación, el resto del equipo aseguró que no entendía lo que había pasado y todos dieron su apoyo a la directora.
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