Llevamos unos días de sobredosis de excitación en presencia de un hecho que debería ser más corriente de lo que estamos intentando hacer creer. Sí. Shakira y Piqué han puesto punto y final a su relación luego de 12 abriles y dos hijos en popular, una ruptura que entiendo que sea mediática por la proyección de los dos personajes, pero que algunos están elevando sin sentido a los altares de las informaciones imprescindibles, como si el verano no solo se hubiera precoz este año por las altas temperaturas sino igualmente por la habitual sequía de contenidos que hay en la temporada de sol y playa. Vamos por partes.
Shakira, en Barcelona
La ruptura del futbolista del FC Barcelona y la cantante colombiana es de todo menos sorprendente. Llevamos abriles de rumorología y desfile de crisis entre los dos, en un hecho que me recuerda a las portadas de los periódicos deportivos en verano, anunciando cada día un fichaje diferente hasta que, por razonamiento, al final se produce uno de ellos y el medio no tiene ningún inconveniente en señalar aquello de “tal y como había innovador este revista”. Por supuesto. Este y 54 más que resultaron frustrados. Por estadística es corriente que alguno de los pronósticos se termine cumpliendo.
Lo mismo ha sucedido con la crónica de la ruptura anunciada entre Shakira y Piqué que hacía abriles que no estaban pasando por su mujer momento, tal y como la cantante había llegado a convenir en alguna entrevista. Algún año tenía que ser. De ahí que, por mucha purpurina que le queramos poner, con supuestas infidelidades de por medio, no deja de ser una separación más interiormente del mundo celeb , poco que suele ocurrir cuando los dos miembros de la pareja tienen trenes (y actitudes) de vida muy distintos. Originalidad cero. Igual que siquiera lo tiene el hecho de coger cultura de la canción de un actor para hacer un repaso de su vida privada o de un hecho concreto para intentar contextualizar la polémica. Lo hizo Antena 3 para uno de sus piezas para la informativo y el vídeo se hizo vírico al instante, una muestra más de la indigencia que tenemos a veces de que nos trituren el contenido y nos lo coloreen para que no tengamos que hacer ningún esfuerzo intelectual. Quizás para un software de entretenimiento de la prensa rosa hubiera sido un buen porrazo, pero en un telediario quedaba infantiloide y poco serio. Espectacularizar la información es la modo más evidente de convenir que quizás aquello que queremos convertir en oro al final termina en rabiosa tortura . Lo veis: yo igualmente puedo hacerlo.
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