Mi hija me ha traído dos petunias para mi ventanal, decía que le faltaba color y tenía razón; ya pasado el invierno y la última piropo del ciclamen blanco caída, tan solo un acelerado tono malva lo da la piropo de la lavándula. El hibisco todavía está sacando solamente hojas y el selecto tiene dos flores de color naranja. Pues ahora tengo dos petunias, una de color fucsia y otra de color morado. Ya trasplantadas a un tiesto más prócer podrán crecer todo lo que quieran. Porque esta es otra, a las plantas tiene que agradarles el empleo, o si no, se mustian, que es su forma de irse. Son seres vivos y hacen mucha compañía silenciosa –que es la buena–, solamente requieren un poco de agua y de suscripción de vez en cuando, y ausencia más, poca cosa por su gran y permanente compañía.
Bajo mi ventanal y en el rosaleda comunitario, semanas antes unos operarios se subieron a lo más parada de los plátanos enormes y los podaron, ¡qué podada!, tan solo dejaron los troncos más gruesos; de hecho, si las ramas con hojas llegaban al sexto tierra, ahora los troncos gruesos y pelados tan solo llegan al primero. Me quedé desolada al verlo entonces, aunque ahora, unas semanas más tarde, han empezado a aparecer todas las ramas, y ya es una esperanza de verde.
La vida vegetal nos rodea y muchas veces olvidamos que formamos parte de ella
La vida vegetal nos rodea y muchas veces olvidamos que formamos parte de ella. Tenemos un sistema vegetativo en nuestro cuerpo y tal vez su funcionamiento no es tan diferente del de estos árboles y estas flores. Si nos agrada el empleo donde estamos, nos sentimos aceptablemente, y si no nos agrada, nos mustiamos de alguna forma. Si una ciudad tiene parques y zonas verdes, es amable, y si las casas tienen árboles cerca de, están mejor acompañadas. Convivimos con el mundo vegetal desde el inicio de los tiempos y es por eso mismo que una parte de nosotros, los humanos, se siente mejor si le acompaña un mundo verde. Goethe, en su obra La teoría de los colores, del color verde dice: “Nuestra traza encuentra en él una satisfacción efectivo… el ojo y el alma descansan”.
De momento, pues, y en lo que se refiere a mi ventanal, veré si a las petunias recién llegadas les agrada mi compañía.
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