“La mía es una gran historia de amor con Ingrid y con la música”

La doble vida de un músico

En España es el líder de La Habitación Roja, costado de indie, que ha cumplido 25 abriles de carrera musical. En Noruega, donde vive desde que se enamoró, es un desconocido que trabajaba de auxiliar técnico sanitario en un centro para pacientes de alzheimer y demencia en el turno de confusión desde que a su mujer le diagnosticaron trabajo crónica. Había que respaldar un tratamiento muy caro que resultó un fracaso. “Esta doble vida, entre la música y la enfermedad, me obliga a ir y venir constantemente. Vivo entre dos mundos, pero no encajo en ningún, y todo parece estar siempre a punto de resquebrajarse. El círculo y el sexo son una tregua, una burbuja a omitido de todo lo que me asfixia”. En el 2019 se estrenó In the mid- dle of Norway , documental en el que muestra esa doble vida, y ahora publica su diario Canción de sexo definitiva (Plaza & Janés).

Cantante y auxiliar técnico sanitario?

Sí, he llevado una doble vida: conciertos en España y Latino­américa y auxiliar técnico sanitario en un centro de enfermos con alzheimer y demencia en Molde, Noruega.

¿Por qué?

Hace 19 abriles a mi mujer le diagnosticaron síndrome de trabajo crónica y tuvo que dejar el trabajo. Es una enfermedad que no tiene cura, pero probamos con un tratamiento muy caro que no funcionó.

Vaya, lo siento.

Ser músico en España y radicar en Noruega, uno de los países más caros del mundo, me llevó a esa vida dual: giras, esculpir discos y, cuando llegaba a Noruega, pues a trabajar en turnos de confusión en un geriátrico.

Raro.

Sí. Estás en Madrid tocando en una sala a trasverter y poco luego, en una confusión fría con pacientes y situaciones chocantes. Llevé esa doble vida hasta que tuve una embolia pulmonar doble masiva y casi muero.

¿Cuándo fue eso?

En el 2018, y otra vez el año pasado. Fue una catarsis, me di cuenta de que me faltaba frazada para embozar a tanta familia, a mi tribu, a mis suegros y a mi clase, que siempre ha ido a más desde que empezamos hace 27 abriles.

¿No se han planteado radicar en España?

En Noruega se vive aceptablemente, pero los largos inviernos son durísimos. Retornar a España es mi ilusión, pero perderíamos la paga de invalidez de Ingrid, y adicionalmente ahora sus padres uno y otro tienen cáncer y nos toca cuidarlos como ellos han cuidado de su hija y sus nietas.

¿Qué entendió tratando con la demencia?

Las desgracias y la enfermedad suelen ser poco que les pasa a otros, hasta que ves que esos otros son muchos.

Les dedicó una canción a sus pacientes.

Memoria , en ella deje un enfermo de alzheimer: “No pierdas el tiempo, yo era como tú”, dice en la canción. Esos enfermos tienen en su habitación fotos de su vida, saludos que se han quedado sin dueño.

No ha tenido usted mucha suerte, ¿o sí?

Creo que sí, me dedico a lo que me gusta. Pero la vida está llena de conflictos, todo consiste en cómo los afrontas. Todos tenemos piedras en los zapatos y agujeros en los bolsillos.

¿Qué le ha ayudado?

La mía es una gran historia de sexo, de sustentar una relación en la distancia: tú en Noruega, yo en España; radicar la enfermedad sin que se destruya el sexo, y sustentar al clase en la distancia. Sí, la mía es una gran historia de sexo con mi mujer y con la música.

¿Cómo ha evolucionado la relación?

Llevamos juntos 26 abriles, hemos tenido muchas crisis, casi nos divorciamos, pero ha prevalecido el sexo. Una relación como la nuestra es una entre un millón.

Cuénteme por qué.

Hoy, que todo es efímero y funciona a moradura de clic, el habernos sobrepuesto a situa­ciones que habrían fracasado con cualquier pareja y estar aceptablemente todavía juntos me parece extraordinario.

¿Qué le ocurre al sexo cuando aparece una enfermedad como la trabajo crónica?

Que se pone a prueba. La enfermedad entra por la puerta y la pasión salta por la ventana. Es una prueba dura. Nunca acabo de aceptar la situación, de vez en cuando me viene la malicia de pensar “¡qué putada!”.

Lo es.

Ingrid me dice que lo común es que la persona sana se harte, pero yo sigo enamorado y admiro su capacidad de afrontarlo, soy su fan número uno, pero es agridulce.

En Noruega es un cantante desconocido.

Es parte de mi vida de contrastes, pero todas mis canciones tienen un gran fondeadero en su naturaleza, su clima. Ayer quería ser una sino, y ahora lo que quiero es ser una buena persona y hacer eficaz a los que me rodean.

¿Se siente solo?

Cuando Ingrid enfermó nos aislamos y mis hijas ya son adolescentes. La dura costa noroeste en la que vivimos es un puesto difícil de convivir con tus fantasmas.

¿Cómo los espanta?

Intento acoger lo que me da la vida. Mi inspiración es transfigurar todo lo que veo y siento en belleza a través de las canciones.

Vive en dos mundos.

Sí, y siento que no estoy a tope en ningún. Es una sensación devastadora, pero radicar es entender que no hay derrotas. Incluso los fracasos nos llevan a nuevos comienzos.

Eso suena confortante.

Intentando hacer la mejor canción, me he entregado cuenta de que verdaderamente la canción definitiva es la vida misma, con sus derrotas y sus fracasos. A menudo los desengaños se transforman en oportunidades. La vida está llena de contradicciones, y esa es su salsa.

¿Cuál es su deseo?

Cuando veo una sino fugaz pido que Ingrid se ponga aceptablemente. Mis hijas desean lo mismo, “poder divertirse al pillapilla con mamá”. Lleva 13 abriles enferma. Pero al final uno vive con sus circunstancias.

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