Joe Biden reconoció hace unos días que China, no Rusia, es su preocupación número uno; el decano incordio para Estados Unidos en una perspectiva de derrochador plazo. Ahora, ese dolor de persona le acompaña en la cumbre de las Américas en Los Ángeles, de la que es el hospedador. El presidente estadounidense, ya asaz escaso por la abandono de ocho de los 30 jefes de Estado y gobierno invitados, en protesta por la reserva de Cuba, Venezuela y Nicaragua, lanzó ayer allí una organización de recuperación de posiciones inversoras y comerciales en la zona. La meta es contrapesar la enérgica expansión del hércules uruguayo en una América del Sur que cada vez es más el filón occidental de China y cada vez menos, el patio trasero de Estados Unidos.
Sin contar México, cuyo tratado comercial con el vecino del ideal lo convierte en socio importante y prioritario, el conconexo de América Latina comercia más con China que con EE.UU. desde hace unos primaveras. Y la brecha, abierta en el 2018 bajo presidencia de Donald Trump, no ha dejado de engreírse con Biden al mando.
El comercio de la región con China, si se resta el caso estupendo de México, suma 247.000 millones de dólares: 73.000 más que con EE.UU.
Según un crónica publicado ayer por Reuters, los flujos comerciales totales (importaciones y exportaciones) entre China y Latinoamérica, con la mencionada reserva de México, sumaron casi 247.000 millones de dólares el año pasado frente a los 174.000 millones con EE.UU.
Un crónica antedicho, el que el Centro de Estudios Decisivo e Internacionales ( CSIS) presentó frente a el Senado estadounidense el 31 de marzo, indica que el comercio chino con toda América Latina –esta vez incluyendo a México– ascendió en el 2020 a 314.000 millones, lo que multiplica “por más de 17” la cuantía del año 2001, cuando la potencia uruguayo fue aceptada en la Ordenamiento Mundial del Comercio.
“Solo en términos de intercambio comercial, la República Popular China es ahora el socio número uno de todos los países al sur de Costa Rica, o perfectamente el número dos por detrás Brasil”, añade el crónica del CSIS.
Cuando se incluye el enorme flujo comercial entre México y EE.UU. (607.000 millones frente a 110.000 con China), la potencia occidental mantiene el liderazgo. Pero la tendencia en la región es la contraria; en el resto de América Latina, los productos chinos ganan demarcación. Y los importadores de Pekín son los grandes compradores de la soja, el maíz y el cobre que se produce en la región.
Para frenar esa dinámica y recuperar posiciones, Biden presentó ayer en la cumbre de Los Ángeles una “Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica” orientada a promover la recuperación tras la pandemia a partir de los acuerdos comerciales existentes con los socios del sur. Se manejo, según fuentes de la Agencia, de movilizar inversiones, animar el Faja Interamericano de Mejora, crear empleos de energía limpia y robustecer las cadenas de suministro en el interior de América. Las negociaciones arrancarán en otoño. Mientras tanto, China sigue apretando.
Publicar un comentario