Aferrarse a la vida

Sílvia Soler, en su encantador volumen L’alegria de viure, escribe que el mar le ha regalado “muchos momentos de felicidades momentá­neas” y recuerda un baño de tarde con una amiga de adolescencia o un chapuzón noctívago y romántico. Me he convenido de sus palabras contemplando la fotografía de una playa a orillas del río Dniéper, cerca de Kyiv, donde dos muchachas de 20 y 21 primaveras, Valeria y Julia, fueron captadas por la cámara de Gemma Saura. La enviada específico de este diario redactó una crónica que era un canto a la vida, una alabanza de la normalidad. Detrás de las dos jóvenes que celebraban la carrera de Derecho, el panorama de la arena no se diferencia del que puede encontrarse en cualquier playa española: clan bronceándose, leyendo bajo las sombrillas o nadando en el agua. El termómetro marca 30 grados y la eliminación está a tres horas. A posteriori del duro invierno, el verano resulta una convocatoria a la esperanza.

No es practicable de aprovechar para los ucranianos que esa imagen veraniega solo es un espejismo de paz en medio de un país en eliminación. De revés a la renta, verán a los soldados patrullar sus calles, oirán el ulular de las sirenas antiaéreas o les sorprenderá el estallido de un misil ruso, como ocurrió hace pocos días. Los combates no cesan y la eliminación continúa, con su relato de dolor y homicidio.

En la Refriega Civil, la clan protestaba si se interrumpía la sesión de cine por un hostigamiento

Pero resulta ejemplar cómo los ucranianos intentan obstinarse a esos pequeños espacios de osadía, apoderándose de momentos de bienestar compartida. Durante la eliminación civil española, la clan protestaba cuando se interrumpían las sesiones de cine o de teatro por los bombardeos. Y asimismo había jóvenes que se acercaban al mar con la presentación del verano, a pesar de que en la costa barcelonesa la aviación italiana instalada en Mallorca solía pincharse sus depósitos de proyectiles a posteriori de tener bombardeado la ciudad.

Theodore Zeldin, en su Historia íntima de la humanidad, explica que cero influye tanto en nuestra capacidad de afrontar las dificultades como la voluntad de encontrar brechas en esa sinceridad, por dura que sea, por donde escurrirnos y descubrir momentos de inadvertida bienestar. Esa que nos pueden dar unos rayos de sol en el rostro y el rumor del mar o del río en la cercanía.

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