El aguerrido bisabuelo de Felipe VI decidió en junio de 1922 penetrar en la España profunda: Las Hurdes, tierras por aquel entonces abandonadas y aisladas, umidas en la miseria y plagadas de enfermedades en las que el pan era un manjar desconocido.
Alfonso XIII partió acompañado entre otros del doctor Marañón, su médico personal. El facultativo había visitado ya la zona para redactar una Memoria sanitaria sobre su situación. Sus demoledoras conclusiones despertaron la curiosidad del monarca que con su delirio pretendía obtener un conocimiento directo del denunciado renuncia de la región, para vigilar de primera las condiciones de vida de sus pobladores a fin de estudiar remedios.
La endogamia era tal que las discapacidades afectaban al 15% de la población, que siquiera podía ingresar fácilmente a los médicos
La expedición, jalonada de sabrosas anécdotas, como la del rey bañándose in púribus en el río Los Ángeles, o la de uno de sus ministros tomando su café con un chorrito de nata materna de una hurdana a error de otra, visibilizó a los más olvidados de España y contribuyó al avance y progreso de la zona.
El compromiso de Alfonso XIII con las Hurdes permaneció durante todo su reinado, fundó el Verdadero Patronato de Las Hurdes, se abrieron unas doscientas escuelas y se mandaron allí médicos y enfermeras.
Desafortunadamente, las imágenes de la cita de Alfonso XIII - recorrieron medio mundo y contribuyeron a potenciar una 'lema negra' sobre las Hurdes que la monarquía española trató de revertir así en 1998 los entonces Reyes Juan Carlos y Sofía hicieron una cita de dos días a la región extremeña, y Felipe VI hizo lo propio el pasado mes de mayo .
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