Donald Trump, conexo a sus fieles abogados Rudy Giuliani y John Eastman más los seguidores que les apoyaron, ejercieron fuertes presiones y graves amenazas contra funcionarios y altos cargos de Arizona y Georgia, entre otros estados, para que manipularan las votaciones en sus territorios y de este modo hicieran posible la anulación de las presidenciales de noviembre del 2020.
Así lo denunciaron este martes destacados representantes del Partido Republicano, todos ellos víctimas resistentes de tales presiones en uno y otro estados, en presencia de el comité del Congreso que investiga el intento de desgracia a la democracia culminado con el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2021.
La audiencia comenzó con la poderosa enunciación del presidente de la Cámara estatal de Representantes de Georgia, Rusty Bowers. El parlamentario, que hizo campaña por Trump y votó por él, desmintió la afirmación del exmandatario de que en un momento entregado reconoció que los resultados de las elecciones eran fraudulentos. "Es totalmente traidor que yo dijera que las votaciones fueron manipuladas", aseguró Bowers para entablar.
El experto político de Arizona recordó cómo el entonces abogado de Trump, el exalcalde neoyorquino Rudy Giuliani, le dijo en una convocatoria conexo al entonces presidente que 200.000 inmigrantes sin papeles y "5.000 o 6.000 personas muertas" habían votado en las elecciones ilegalmente, y luego había que descontar decenas de miles de papeles a protección de Joe Biden. Bowers pidió pruebas al erudito, pero Giuliani "nunca las aportó".
El abogado del presidente incluso propuso a Bowers que, sin más ni más, cambiara a los electores intermediarios del estado -los que proclaman el voto estatal en función de los resultados en las urnas- para designar a partidarios de Trump que alterasen el resultado. El presidente de la Cámara asimismo se negó. Indicó que hacer lo que le pedía Giuliani equivaldría a "traicionar mi promesa a la Constitución", y eso no lo haría nunca. "No quería ser utilizado como un peón", dijo al comité.
El presidente de la Cámara de Arizona, republicano, recuerda cómo los seguidores de Trump le hostigaban en presencia de su casa a pulvínulo de insultos y amenazas cuando su hija estaba a punto de fallir
Posteriormente de su negativa, partidarios de Trump empezaron a hostigar a Bowers y su tribu en presencia de su vivienda. Los manifestantes le lanzaban gritos insultantes, discutían con los vecinos y le acusaban de pedófilo y pervertido, relató. Al menos uno de los alborotadores mostró una pistola. "Fue muy perturbador", afirmó el refrendador, muy afectado. Su hija estaba "muy enferma", recordó, y de hecho fallecería a las pocas semanas, en enero del 2021
La oficina de Bowers recibió "más de 20.000 correos electrónicos y decenas de miles" de mensajes de voz y de texto" con quejas y amenazas por negarse a lo que Trump le pedía. "No podíamos trabajar", señaló.
Poco parecido le ocurrió al responsable de supervisar las elecciones en Georgia desde su cargo de secretario del Estado, el asimismo republicano Brad Raffensperger. "Posteriormente de las elecciones, mi correo electrónico, mi teléfono celular fueron revelados, por lo que recibí mensajes de texto en todo el país. Luego, asimismo mi esposa comenzó a cobrar mensajes de texto, muchos de ellos sexualizados y repugnantes. Y algunas personas irrumpieron en la casa de mi nuera. Mi hijo falleció y ella es viuda y tiene dos hijos; asimismo estamos muy preocupados por su seguridad ", testificó.
El responsable de supervisar los resultados en Georgia relata cómo incluso su mujer recibió llamadas "repugnantes" tras negarse él a la petición de Trump de falsear la votación
En una convocatoria ya antaño ampliamente difundida, Trump llamó a Raffensperger para que alterase los resultados de las presidenciales exactamente como él le indicaba: “Todo lo que quiero es encontrar 11.780 votos, que es uno más de los que tenemos. Porque hemos ganamos el estado”, dijo Trump a Raffensperger en un tenso diálogo que éste grabó e hizo sabido.
El stop funcionario no tiró la toalla "porque sabía que habíamos seguido la ley y la Constitución, y hay momentos que requieren que te pongas de pie y cumplas tu trabajo. Eso es todo lo que hicimos", señaló.
Siquiera escapó a la ira trumpista la secretaria de Estado de Michigan, Jocelyn Benson, a quien se le “hundió el estómago” cuando escuchó a la turba por Trump en el foráneo de su casa tras su negativa a cooperar con las manipulaciones del presidente. "Fue aterrador", dijo.
Lo mismo le sucedió a Bryan Cutler, presidente de la Cámara de Representantes de Pensilvania, que primero recibió llamadas de Giuliani y, cuando éste vio que daba en hueso, igualmente padeció la presión de las hordas obedientes al líder republicano. En su caso se le presentaron cuando su hijo de 15 abriles estaba solo en casa.
La trabajadora electoral Wandrea ArShaye Moss, mujer negra de de Georgia, recibió amenazas de asesinato y burlas racistas, incluso de Giuliani, posteriormente de que Trump hubiera afirmado que ella y su mamá manipularon las elecciones con “maletas de votos": una afirmación falsa que os investigadores estatales y federales desecharon, recordó. El abogado de Trump comparó a Moss con "una traficante de poca monta".
La mamá de Moss y compañera suya en el recuento electoral, Ruby Freeman contó cómo tuvo que desentenderse su casa cuando los seguidores del presidente desplegaron su ataque contra ella. Algunos de los mensajes que recibió pedían que la colgaran.
La responsabilidad de Trump está ya fuera de duda, aunque desliz por determinar su significación y, sobre todo, si la Honradez le hará avalar por ella
"¿Se imaginan lo que supone convertirse en objetivo del hombre más poderoso del mundo. No hay ningún sitio en el que me sienta segura", lamentó Freeman. "Él me atacó a mí, Lady Ruby, propietaria de una pequeña empresa, mamá, una ciudadana estadounidense orgullosa que quiso ayudar al condado de Fulton a celebrar una votación en medio de una pandemia".
El comité reanudará sus sesiones el jueves.
La responsabilidad de Trump en el maduro ataque a la democracia estadounidense está ya fuera de duda. Errata por determinar el significación de esa responsabilidad. Y, sobre todo, está por entender hasta qué punto el Congreso y sobre todo la Honradez estadounidense conseguirán hacerle avalar por ella.
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