Cambio de rasante

Hace pocos días Batlle i Roig, el primer despacho de edificio de Barcelona, celebró en la antigua manufactura de la Mercedes su 40.º aniversario. Estuvieron arropados por más de 1.500 invitados, colegas arquitectos, promotores y algunas autoridades –sorprendentes problemas de dietario excusaron la concurso del presidente de la Generalitat, del conseller y de la alcaldesa Colau–. El caso es que la fiesta certificó el cambio de rasante emocional que sentimos tantos y tantos barceloneses. Muchos estamos cansados de tanto lloriqueo y lamento justificativo, de la crónica civilización del agravio comparativo

FOTO ALEX GARCIA AMBIENTE PRIMER DIA DEL SEGUNDO FIN DE SEMANA DEL FESTIVAL PRIMAVERA SOUND EN EL FORUM DE BARCELONA 2022/06/09
Àlex Garcia

Como si de recuperar el tiempo perdido se tratara, el país reclama actividad económica, fasto y alegría, y celebra como éxitos propios que las autoridades hayan conseguido que la Copa del América se celebre en Barcelona, que el Primavera Sound, el Sónar, o los últimos estrenos en el Liceu rebosen de manifiesto y aplausos. Todavía, que de nuevo lideremos la creación de start-ups en España.

Y eso que los nubarrones que se ciernen sobre nuestras cabezas son francamente asustadizos: inflación desbocada, sobreendeudamiento y cainismo institucional, problemas de despensa y lucha civil entre europeos a menos de 2.500 kilómetros de casa. Siquiera el panorama político interno parece ocurrir sabido enterarse este nuevo élan básico ciudadano, estas ganas irrefrenables de salir delante, como si de revivir de nuevo unos felices abriles vigésimo­ se tratara. Anclado en los propios errores del 2017, e incapaz de revisarlos críticamente de forma definitiva, el centroderecha catalán parece decidido a permanecer confortablemente instalado en una dietario revolucionaria inmadura, que cuanto más tiempo pase más avergonzará a propios y extraños. Siquiera la derecha española parece entender reencontrar su billete de regreso al centro, seguramente el que le retornaría más rápidamente a la Moncloa. Los socialistas, por su parte, compiten con los morados por una dietario extraterrestre, vinculada a pequeños grandes temas moralistas, donde la sociedad parece mucho más madura que los propios partidos: que si la erradicación de la prostitución, que si la ampliación del derecho al frustración a las niñas adolescentes o que si el cambio de existencias, cambio posmoderna de la discusión escolástica sobre el sexo de los ángeles.

Como si de recuperar el tiempo perdido se tratara, el país reclama actividad económica, fasto y alegría

Por eso ahora más que nunca urge un gobierno que sintonice con las deposición reales de la sociedad a la que dice querer servir. La refinanciación exitosa de la deuda de siderúrgicas como Celsa es un examen de primera magnitud para acreditar el compromiso con la reindustrialización de España, y en distinto de Catalunya, combinando el apoyo a una empresa allegado nítidamente industrial con un no menos claro mensaje de seguridad jurídica para inversores y acreedores. El liderazgo colaborativo de Barcelona con su portería metropolitano es una necesidad para el casi medio millón de ciudadanos que a diario sufren las ocurrencias municipales con sus intentos de pacificar el tráfico. La corrección del despropósito en que la Generalitat y el profesión nos han puesto con su mala­ papeleo sobre la AP-7 asimismo clama al Gloria, por su suma en tiempo, contaminación y siniestralidad. Finalmente, hacer de los fondos Next Generation una verdadera oportunidad para retomar el camino de la convergencia con la competitividad es una exigencia íntegro y económica. Así las cosas, sería imperdonable dedicarnos simplemente a engrosar la deuda pública subsidiando aquello que sabemos que ya forma parte del mundo de ayer.

Talento, tecnología y tolerancia son las claves del éxito de los territorios inteligentes en el mundo. Como lo son buenos gobiernos que acompañan a empresarios y universidades en la senda de la modernización y la confianza. La sociedad civil lo tiene claro. ¿Lo tienen nuestros políticos?

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