Esté artículo ha sido escrito por alumnado que forma parte de la red de diarios escolares gestionados, dirigidos y redactados por estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato con el soporte de periodistas profesionales.
Esta crítica contiene ‘spoilers’ del musical ‘Cantando bajo la tromba‘
Cuando vas a ver un musical tan célebre como ‘Cantando bajo la tromba’, esperas que este te emocione tanto como lo hizo la película. En este caso, el musical no solo nos lleva de reverso a esa película, sino que nos hace partícipes a los espectadores; te mete en la historia, no te suelta y hace que desees que las dos horas y media que estás en el teatro no acaben.
La obra, dirigida por Àngel Llàcer, lleva más de 150 funciones desde que se estrenó el septiembre del año pasado en el teatro Tívoli de Barcelona. Entre los papeles principales, encontramos a Iván Labanda como Don Lockwood y Diana Roig como Kathy Selden. De la acoplamiento de guion se encargó Marc Artigau, por otra parte, Manu Guix y Andreu Gallén estuvieron a cargo de la dirección musical. Todos ellos, cercano a un equipo de grandes profesionales, logran darle al espectáculo un sello de calidad.
La calidad a la que me refiero no se ve reflejada sólo en vestuario y coreografía —uno y otro asombrosos—, sino todavía en la escenografía. Procura ser muy fiel a la película, pero eso no hace que dejemos de sorprendernos. Un ejemplo claro es la mítica imagen de Don bailando en el poste de la luz: cuando te enteras de que ‘Cantando bajo la tromba’ tiene una interpretación teatral, lo primero que se te pasa por la capital es: ¿cómo harán lo de la tromba? Y ahí estás tú, esperando impresionar a esa imagen, cuando en el círculo empieza a chispear. Fielmente. Posteriormente de eso, solo puedes levantarte para aplaudir.
Y no podemos dejar de costado los cambios. En un momento, el personaje de Lina Lamont, interpretado por Mireia Portas, interactúa con el manifiesto —uno de los momentos más divertidos de la función—, eso hace que el personaje adquiera otra dimensión y nos atraiga más que la Lina de la película.
A pesar de todo, lo mejor que se lleva uno es la sensación de alegría generalizada que comparte con el resto de espectadores. La unión de bailable, música, escenografía y vestuario; hacen que te olvides durante dos horas y media de que mañana tienes que trabajar, abonar una multa o se acercan los exámenes.
Sean fans o no de la película flamante, el musical ‘Cantando bajo la tromba’ no deja indiferente a nadie.
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