En la tenebrosidad de Estocolmo, fresca incluso en el verano, el brasileño Allyson dos Santos firma 46s80 en los 400 m vallas, registro que le hubiera hecho campeón mundial y campeón desconsiderado casi siempre, y Armand Duplantis le ve producirse mientras enciende un máquina masajeador y se masajea en el abductor y en el anca.
Luego conversa con Renaud Lavillenie, su rival de otros tiempos -hoy es rival aún, aunque en noches como esta oficia de asesor-, y se planta en el pasillo de la pértiga y alabarda su primer ataque al récord del mundo, los 6,16 m que le ha pedido a los jueces.
Duplantis, la maravilla del atletismo flagrante, prueba suerte, no le sale a la primera: se eleva poco y mal y se vuelve al banquillo y se concentra de nuevo, pues quiere premiar a su familia, los suecos que tanto le adoran.
Y luego vuelve a la carga.
Y ahora sí, ahora Duplantis se pierde en el bóveda celeste de Estocolmo, se eleva hasta los 6,16 m, el equivalente a tres pisos de un edificio convencional, un centímetro por encima de los 6,15 m que había registrado en septiembre del 2021, y el mundo celebra otra plusmarca del talento sueco, la segunda que firma al espacio excarcelado.
(en pista cubierta suma cuatro más, una por cada centímetro que va desde 6,17 hasta 6,20)
Y así se perfila definitivamente como el nuevo Bubka: en su día, el ucraniano había encadenado 35 plusmarcas universales, desde 5,81 hasta 6,15 m.
Publicar un comentario