El arma secreta de Putin es el hambre

Al inicio de la desavenencia de Ucrania saltaron las alarmas en muchos países dependientes de las exportaciones de cereal de ese país, en peculiar en África, por cómo la invasión afectaría a la arribada de trigo y otros cereales, y por qué consecuencias sociales tendría este impresión colateral del conflicto. Sin secuestro, cuatro meses a posteriori, toma cuerpo la idea de que la carestía no es en efectividad un impresión colateral, sino un arsenal muy importante del astillero al servicio del Kremlin.

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Estados Unidos acusa a Rusia de usar el escasez como arsenal de desavenencia en Ucrania

“Rusia tiene un plan de escasez. Putin se está preparando para matar de inanición a gran parte del mundo en exposición como próxima etapa de su desavenencia en Europa”, afirmaba hace unos días en su cuenta de twitter Timothy Snyder, historiador, profesor en Yale y gran conocedor de Europa Uruguayo. En su opinión, el soledad de las exportaciones ucranianas a través de su salida natural al Mar Sombrío, a lo que cabría añadir una encargo más o menos restrictiva de las ventas rusas de cereales a la modo del gas, tendrá como consecuencia hambrunas en las zonas más dependientes de esta producción, notablemente África y Asia. No hay que olvidar que solo en el caso del trigo Ucrania y Rusia suman una tercera parte de las exportaciones mundiales.

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India es uno de los países que ha interrumpido su exportación de cereal, en la imagen un agricultor de ese país 

NARINDER NANU / AFP

En la misma tangente, The Washington Post advertía hace unos días que “los próximos movimientos de Putin decidirán si el mundo en exposición experimentará escasez e incluso inanición de forma masiva este año y el que viene”. De momento, a consecuencia del soledad causado por la desavenencia, los precios han subido a niveles de récord. Según señaló hace unas semanas el secretario normal de la ONU, Antonio Guterres, 276 millones de personas se encuentran ahora en una situación de inseguridad alimentaria, el doble que en el 2019. 

Todo ello tendría consecuencias graves para la estabilidad política de los países afectados. Esto es lo que ocurrió en el 2011 cuando la mala situación económica y sobre todo los elevados precios alimentarios causaron el estallido social que desembocó en la Primavera Árabe en el boreal de África. Una nueva nacimiento de esas características añadiría, como en aquella ocasión, una presión adicional para Europa en forma de nuevos e intensos flujos migratorios. Rusia y Ucrania representan el 40% del cereal que importan los países del Magreb y Oriente Medio, y una número todavía más elevada en algunos casos concretos: Egipto, por ejemplo, negocio a estos dos países más del 80% del trigo y la cebada que consume. Las circunstancias se agravan porque, frente a la carestía, más de una veintena de países han interrumpido sus exportaciones de cereal o de otros alimentos.

El encarecimiento del cereal ya contribuyó hace una decenio a la Primavera Árabe; otro estallido ahora añadiría presión a Europa

Es un decorado poco tranquilizador aunque perfectamente posible. Las guerras se pelean a través de enfrentamientos armados, pero el concepto de frente se extiende a muchos otros terrenos más allá del estrictamente marcial; existe asimismo un frente financiero, otro energético u otro nutriente, como este conflicto ya está mostrando desde el principio.

En un flamante artículo, la investigadora del Instituto Gachupin de Estudios Estratégicos, Blanca Palacián de Inza, señalaba que el escasez provocado deliberamente ha sido históricamente un arsenal más del astillero guerrero, aunque en muchas ocasiones no se lo reconoce como tal porque se lo considera más correctamente un impresión colateral. Sin secuestro, los ejemplos son muy numerosos y se observan en momentos tan diversos como los tiempos del colonialismo o en las guerras civiles que asolaron África en el siglo XX. Este mecanismo, muy poco costoso en términos de posibles, se ha utilizado repetidamente en genocidios, en estrategias para condicionar el comportamiento de la población o, como sería en este caso, para obtener réditos en el contorno diplomático o geoestratégico.

The remains of a cluster-type munition lie in a field in Cherkaska Lozova, outskirts of Kharkiv, eastern Ukraine, Saturday, May 28, 2022. Ukraine is one of the world's largest exporters of wheat, corn and sunflower oil, but the war and a Russian blockade of its ports have halted much of that flow, endangering world food supplies. Many of those ports are now also heavily mined. (AP Photo/Bernat Armangue)

Restos de un proyectil ruso en un campo de cultivo ucraniano 

Bernat Armangue

En la desavenencia coetáneo, Palacián destaca el impacto de la política rusa sobre el mercado mundial de la comida y las tensiones que con toda seguridad causará en muchos puntos del planeta, pero asimismo advierte que las operaciones llevadas a lado por las fuerzas del Kremlin no se limitan a cerrar la salida del cereal ucraniano al mercado, sino que están incidiendo en la propia producción, con tácticas que parecen entrar en el contorno de los crímenes de desavenencia.

Varios capítulos de la larga historia del uso del escasez como arsenal estratégica se han escrito en Ucrania, considerado en su momento como el silo de Europa. Esa misma riqueza ha convertido al país en objeto de codicia para sus vecinos en peculiar durante la primera porción del siglo XX.

En 1932-33 el país sufrió una hambruna asoladora que se cobró la vida de más de tres millones de personas en lo que hoy se conoce como el Holodomor. Este desastre fue consecuencia directa de la colectivización aplicada de forma férrea por Stalin, proceso que se tradujo en la requisa masiva de los cereales de los pequeños productores, que se trasladó en torno a otras partes de la URSS. Mientras en el caso de Rusia la colectivización fue más laxa y sus consecuencias no fueron tan graves, en el caso de Ucrania el comprobación fue catastrófico.

El cereal ucraniano fue objeto de codicia del régimen estalinista y de la Alemania carca

En efectividad, tal como explica la historiadora Anne Applebaum en Hambruna roja (Debate), la logística de Stalin ocultaba el objetivo de doblegar la resistor ucraniana a aceptar la dependencia de Moscú a través del escasez y el exterminio. El Holodomor fue después o correctamente silenciado o correctamente obtuso por las autoridades soviéticas que llegaron a culpar a los propios ucranianos de ella. La memoría de este desastre se recuperó solo con la caída de la URSS y la independencia del país.

Menos de una decenio a posteriori del Holodomor, la Alemania carca vio en Ucrania la posibilidad definitiva para sus problemas de despensa, que en la Primera Cruzada Mundial habían causado serios problemas a las potencias centrales. Fue así como se diseño el Hungerplan, un software pensado para sufrir todo el pústula posible a Alemania requisándolo en las zonas de la URSS conquistadas a partir de la invasión desencadenada en 1941, notablemente Bielorrusia y Ucrania.

Operación Barbarroja

Una imagen de la invasión alemana de la URSS en 1941 

IWM

Entre otras medidas, el Hungerplan pasaba por someter dramáticamente el despensa de alimentos a grupos como los judíos –en efectividad por su exterminio- y someter el suministro en grandes ciudades como Kiev, desviando así la producción expoliada directamente a Alemania. Según los cálculos de Timothy Snyder, en esos abriles más de cuatro millones de soviéticos, en Rusia, Bielorrusia y Ucrania, fueron asesinados por inanición, aunque los planes alemanes iban mucho más allá y preveían exterminar así a entre 20 y 30 millones de personas por este método.

Las distancias entre los acontecimientos del siglo XX y los actuales son muy grandes, pero eso no impide que los especialistas en derecho internacional o historia vean un crimen de desavenencia en cualquier logística que utilice el escasez como arsenal de combate, aunque técnicamente no sea siempre casquivana catalogarla como tal. Ucrania parece destinada a ser el decorado y víctima de este tipo de prácticas; los cereales han sido su favor pero a menudo asimismo su condena.

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