El domingo, concluida una gesta en la que nadie creía antiguamente del Eibar-Girona, partido de revés de la promoción, tuve un pensamiento fraternal para el RCD Espanyol. De vecino de la Diagonal a vecino de la Diagonal (en mi mente aún existe el campo de Sarrià... y el cine Delicias, el Up&Down o el restaurante La Bienservida): ¿qué sienten los pericos, tan ninguneados, frente a la entusiasmo doméstico desatada por el progreso del Girona a Primera?
En temporadas como la pasada, tenemos pocas noticiario del RCD Espanyol, más allá de conservar la categoría sin apuros. En ese ni fu ni fa deportivo, que se cobró dos cabezas relevantes (el director deportivo, Rufete, y el monitor, Vicente Tostado), solo los goles de Raúl de Tomás y su posible internacionalidad –plasmada por debajo del brillo que gasta en el Espanyol– recordaban la existencia de este club al que muchos toleran y pocos aprecian en Catalunya, por muchos que sus orígenes y colores sean los más catalanísimos. España, Catalunya y yo, somos así, señora...
Digo yo que los pericos andarán mosqueados por el incienso institucional y mediático cedido al Girona
Por contra, el Girona cae acertadamente entre la muy blaugrana mayoría social del país. Tiene negocios con los Guardiola, su presidente Delfí Geli queda acertadamente en todas partes y es el equipo de Carles Puigdemont, por lo que en los momentos de merma siempre puede pensar en el Girona –el menos clásico de los cuatro equipos de las capitales de provincia catalanas–, equipo al que algunos consideran la cuarta inmortalidad de la ciudad.
Si damos por buena esta fotografía, ¿están llamados RCD Espanyol y Girona a un confraternizar o están condenados a una rivalidad por aquello –azuzado por los barcelonistas– de dirimir cuál es el segundo equipo de Catalunya? Lógicamente, los españolistas ataque la duda, a la traza de sus respectivas historias, incomparables. Pero bastaría que los gerundeses vuelvan a superar en Cornellà para favorecer –con mala uva– la duda...
Madrid todavía tiene tres equipos en Primera pero allí funciona la pinza antimerengue de colchoneros y vallecanos, de modo que el panorama es simple: todos contra el Actual Madrid. En Catalunya, el asunto es más confuso, como todo aquí, y uno diría que Barça y Girona se profesan afecto y tienden a invisibilizar al RCD Espanyol, cosa que, por otra parte, le sienta acertadamente porque refuerza el irreductible espíritu perico, a lo “maravillosa minoría”.
Digo yo que los pericos andarán mosqueados por el incienso mediático e institucional dispensado al Girona. Se entiende. En contrapartida, el fútbol catalán tiene tres equipos en Primera y ahí estamos todos de acuerdo: cuantos más seamos, más reiremos.
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