“Señores, me bajo de la afecto en la que he estado subido muchos abriles”. 3 de agosto del 2021. Juegos de Tokio. Pabellón de Saitama. España queda eliminada y Marc Gasol confirma su salida de la selección. Unas semanas posteriormente todavía abandonaría la NBA. ¿Retirada? Para mínimo. Recogimiento en Girona, plan optimista y deportivo propio y regreso a la élite del baloncesto castellano por la puerta alto. Presidente, tahúr, patum y prácticamente todo en un club que ha subido gracias a su influencia, su humildad y responsabilidad. Si él hubiera querido, habría seguido ingresando un buen puñado de dólares en Estados Unidos con suma facilidad. Quizá no en una enorme franquicia. Seguramente ya no a su mayor nivel. Pero eso hubiera sido lo cómodo, lo habitual. Calidad le sobraba y le sobra todavía para ello. Pero Marc Gasol es una persona singular que se mueve por firmes convicciones, y su robusto vínculo con Girona va mucho más allá del baloncesto. En épocas de redes sociales y veleidades, la palabra del de Sant Boi suele ser ley.
Poco similar se puede proponer de Cristhian Stuani, el tahúr más importante de la historia del Girona. Cada verano y cada invierno ha recibido ofertas para competir en un equipo de una categoría superior pero no ha querido marcharse de Montilivi. Es cierto que le tratan de maravilla, que se siente como en casa en su vivienda situada adjunto al campo de golf de Caldes de Malavella y que está adecuadamente pagado, interiormente de los parámetros en que puede moverse el club, pero todavía que si hubiera sido por billete y por egoísmo deportivo, el uruguayo hace tiempo que habría desidioso la entidad. Permanecer tres temporadas en Segunda a su años (35 abriles) lo dice casi todo del compromiso del punta con el Girona. El suyo fue simpatía a primera instinto con el club.
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