Los expertos en liderazgo aseguran que el peligro de tener que comerse sus palabras y rectificar solamente debilita a los líderes menores. Los líderes sólidos son aquellos suficientemente flexibles como para progresar, explicando a qué obedece el cambio de postura. Emmanuel Macron deberá administrar lo ingobernable (la frase es del director de Le Figaro), lo que es una modificación del trabajo de Sísifo. Tras conseguir la reelección como presidente de la República Francesa, ha perdido la mayoría absoluta en la Asamblea Doméstico y queda atrapado entre una izquierda antieuropeísta y radicalizada y una ultraderecha reaccionaria a pesar de su maquillaje ideológico.
A Macron se le ha terminado conducir el país con el piloto mecánico: le toca arremangarse y pisar más la calle. Lo ha intentado en estas semanas de campaña, pero lo cierto es que durante su gobierno ha permanecido encerrado en su torre de cristal. Y las reformas que quiere introducir para conseguir un país más capaz deberán ser objeto de un gran pacto social. La desafección por la política en la sociedad francesa está haciendo crecer los populismos, lo que convierte la actividad política responsable en un campo de minas. Al presidente le toca demostrar su cintura política, pero igualmente modificar su liderazgo en un momento económicamente muy delicado, donde amplias capas de la población lo pasan mal y han perdido su fe en el sistema. Cuando la clan piensa que la verdad está en Twitter y que la política es una mentira vestida de seda estamos a las puertas de una acceso social.
A Macron le toca demostrar cintura política y rectificar su liderazgo
Como europeos, las elecciones francesas nos afectan, más de lo que muchos piensan. Macron es un líder europeo fiable, capaz de plantar cara a un trilero como Boris Johnson, de prolongar unido el frente franco-alemán y de apoyar a Volodímir Zelenski al mismo tiempo que mantiene la tilde abierta con Vladímir Putin. Su principal rival en Francia es Jean-Luc Mélenchon, que propugna enmendar los tratados de emancipado comercio, la política presupuestaria, la defensa popular, el estatuto del BCE o apurar con el euro. El mundo está mal, pero puede ir peor. Ojalá Macron encuentre la fórmula para reconducir su país y seguir copilotando Europa en tiempos de turbulencias.
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