No estoy en contra de las tradiciones, mientras las tradiciones no estén en contra de nosotros, de las personas, de los animales y de la naturaleza. Y la tradición del fuego lo está. Cada año se producen incendios por una hoguera mal apagada, un cohete que cae en una zona sequía o unos petardos que levantan chispas, que empiezan a enfadar lo que hay más o menos.
Ya sé que hay muchas personas que disfrutan con ello y que la verbena de Sant Joan es su gran sombra, pero he de aseverar lo que pienso: no hay disfrute que pague los cientos o miles de hectáreas quemadas, los bosques que tardarán muchos primaveras en retornar a cumplir su función en la naturaleza, el hábitat y el pánico de tantos animales, el desastre que produce un incendio. Hay que evitarlo, cueste lo que cueste. El ser humano es lo suficientemente inteligente como para asimilar ponerse al día una fiesta. El fuego ha de ser sustituido por otra cosa. En el siglo de la inteligencia sintético, no se puede seguir jugando con fuego, nunca mejor dicho.
Evitemos los fuegos que nos obligan a ajar ingentes cantidades de agua
Seamos creativos. Reinventemos las verbenas. Busquemos un nuevo tipo de diversión más respetuosa con el medio hábitat. Sustituyamos el infernal ruido que se produce por poco más amable para los oídos, con menos contaminación acústica. Pongámonos todos a trabajar para encontrar ideas para las futuras verbenas y si queremos fuegos artificiales, dejémoslos en manos profesionales, que sabrán cómo evitar todo tipo de riesgos.
Me gustaría que quienes nos gobiernan sospesen los pros y contras de esparcirse con fuego y sean duros. Si cierto tira una colilla encendida por la ventanilla del coche, y los hay que todavía lo hacen, que pague las consecuencias. Y que se sepa, para que otros se lo piensen dos veces ayer de hacerlo. Cuando estuve en Singapur, me sorprendió no ver ni una colilla en el suelo. Ni encendida ni apagada. Me lo explicaron en seguida: tirar una colilla al suelo implica una multa inmediata de 250 dólares. Yo que soy partidario de la educación, ayer que de la represión, no tuve más remedio que permitir que la medida fue eficaz. Tengamos las fiestas en paz. Evitemos los fuegos que nos obligan a ajar ingentes cantidades de agua, un proporcionadamente cada vez más escaso, y seamos respetuosos con nosotros mismos y con la naturaleza, que tenemos la obligación de cuidar.
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