La ambición rubia

La reina Isabel II no siente un peculiar cariño por Boris Johnson, quien, aunque se formó en las elegantes aulas de Eton, parece deber saledizo de la tribu de Monty Python. Ella ha conocido a catorce primeros ministros, con los que ha mantenido 3.500 audiencias. Para una reina que ha podido conversar con Winston Churchill, Alec Douglas-Home o Tony Blair, tener que tratar con Johnson no debe de resultar hacedero. Su desbordante sentido del humor, a menudo burdo y cínico, no es del antojo de la monarca. Aún se acuerda de aquella vez que dijo que la reina llegó a galantear la Commonwealth porque le proporcionaba una multitud de negritos que agitaban la bandera británica. Pero, sobre todo, lo que no ha podido digerir es que a las pocas horas de que muriera su consorte, el príncipe Felipe de Edimburgo, hace ajustado un año, celebrara una de sus fiestas de caldo y rosas en el patio trasero de su residencia, al ganancia de todo confinamiento, que han estado a punto de arruinarle su carrera.

Johnson intenta recuperar popularidad con un nuevo desafío a la Unión Europea

Johnson tiene un don peculiar para recuperarse del ridículo, poco que hace con más frecuencia de lo que se recomienda a cualquier político. Incluso ha estado a punto de vencer a causa de la covid, en buena medida por la mala praxis que intentó implantar en el país y que acabó rectificando. Pero al personaje le importa poco cambiar de pareja, de política o de colaboradores. Fue despedido de The Times por inventarse una cita y no le importó ser el impulsor del Brexit a posteriori de deber escrito un ar­tículo a beneficio de la unión, cuando era corresponsal en Bruselas de The Daily Telegraph . La última ocurrencia, tras el voto de censura que le formuló su propio partido, ha sido restaurar unilateralmente el protocolo de Irlanda del Septentrión firmado con la UE de su puño y romance. La penúltima manía ha sido deportar inmigrantes a Ruanda, lo que ha sido denunciado por Acnur por sentar un precedente catastrófico.

Se le ha llamado “el Trump inglés” o ha compartido el epíteto de “la codicia rubia” con Madonna. Johnson es un tipo hábil y sin escrúpulos, capaz de salir de las peores situaciones. Pero le quedan pocas balas. El desafío a la UE puede terminar siendo un tiro en el pie, lo que le sitúa al final de la escape y cojeando.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente