La domus romana con dioses egipcios bajo las Termas de Caracalla

A partir de ahora, los visitantes tendrán un nuevo aliciente para personarse a las Termas de Caracalla. El monumento ha ampliado el reconvención abriendo al notorio la reconstrucción de una domus romana que se encontraba en el ensanche que fue destruido para erigir el gran enredado hidráulico, inaugurado en el 216 d.C. Y lo hace todavía más espectacular exponiendo sus frescos con, entre otras cosas, representaciones de tres dioses egipcios cercano a la tríada capitolina, en un raro ejemplo doméstico de la convivencia de religiones en la antigua Roma.

Es la primera vez en 30 primaveras que esta habitación se puede presentarse. Se prostitución de una pequeña sala de culto en el interior de una domus de entre el 134 y el 138 d.C., durante la etapa del emperador Adriano, que encontraron a diez metros bajo tierra a poca distancia del gran enredado imperial de baños públicos.

Fue descubierta durante las excavaciones de mediados del siglo XIX, pero cayó en el olvido hasta que fue redescubierta a partir del 1970 y, a posteriori de cinco primaveras de estudio, los arqueólogos decidieron desacoplar los frescos para protegerlos de la humedad y guardarlos en depósitos. Entre ellos los que hoy ya enriquecen del itinerario de las termas, que han sido colocados en el interior del conjunto monumental cercano a los baños, mosaicos y gimnasios de Caracalla.

Encima de ser un raro refrendador de lo que sucedía en esa zona antiguamente de la construcción de las termas y de las transformaciones de la ciudad, las pinturas son una buena expresión del sincretismo religioso que caracterizó Roma desde sus orígenes. Se conservan los trazos más recientes (de las décadas finales del II d.C.) de figuras antropomorfas identificables con los dioses romanos Júpiter, Juno y Minerva, y los egipcios Anubis, Isis y su marido, Osiris, poco que era global en edificios públicos pero no en la intimidad de una casa.

Detalle de la representación de Anubis

Detalle de la representación de Anubis

Fabio Caricchia

“No es raro encontrar dioses egipcios y romanos juntos, pero es la primera vez que se encuentran en un círculo doméstico de en esa época. Incluso es raro que estén separados y no unidos en una misma figura con características distintas, como solía suceder”, explica Mirella Serlorenzi, directora de las Termas de Caracalla.

“Los romanos no tenían problemas con los otros cultos. Solamente lo tuvieron con los cristianos, porque dejaron de considerar los dioses romanos”, apunta la arqueóloga. De hecho, en este sitio se encuentra el anciano mitreo, o templo dedicado al dios uruguayo Mitra, que se conoce.

Transformación de la ciudad antigua

El espacio recuerda cómo era el ensanche que fue destruido para hacer espacio para las termas

Incluso son expuestos por primera vez los frescos restaurados de la cúpula del triclinio, el comedor de la domus, que han sido reconstruidos de los cientos de pedazos que encontraron en los primaveras setenta. Las pinturas están realizadas con ricos pigmentos, como el celeste egipcio o el rojo cinabrio, que venía de las minas ibéricas, poco que indica que su propietario era una persona de clase ingreso. “Igual era un comerciante que viajaba mucho a Egipto”, se aventura a especular Serlorenzi, refiriéndose a las representaciones de los dioses egipcios.

La superintendente peculiar de Roma, Daniela Porro, aplaude que ahora los visitantes podrán “coger un trozo de la historia y las transformaciones de la ciudad antigua, encima de la belleza y el interés de las pinturas”, con el mismo billete de entrada al enredado monumental. Las Termas de Caracalla renacen así a posteriori de la pandemia en un verano en que además volverán a ser el atmósfera de la tradicional ópera veraniego de Roma.

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