Comparar el precio de media docena de manzanas en una tienda convencional con la misma cantidad de fruta, pero de origen ecológico y de proximidad es una de las triquiñuelas que el sistema nutriente ha esparcido en la sociedad para hacer cuajar una gran chanchullo: es más caro comprar alimentos agroecológicos que ir al supermercado. Esta es una de las conclusiones del estudio Mapeo sobre el precio y el valencia de los alimentos en Catalunya de El Pa Sencer Cooperativa, donde se desgrana con todo tipo detalles la situación coetáneo de la esclavitud alimentaria, se muestra una radiografía completísima de hábitos, se realiza una indagación sobre la composición más habitual de la cesta agroecológica y se exponen recomendaciones finales enfocadas cerca de la agencia, y no para culpabilizar a los de siempre, el consumidor final.
“Hemos hecho un estudio con un nuevo planteamiento. La simple comparación de precios entre un mismo producto de origen dispar nos parece incompleta”, dice Gustavo Duch, director de la revista Soberanía Alimentaria y uno de los coautores del estudio. “Así que hemos comparado el pago anual de una persona que adquiere sus productos en el sistema nutriente convencional con una persona que adquiere sus alimentos en una cooperativa de consumo que garantiza productos ecológicos, de temporada, de proximidad y sin grandes márgenes de intermediación”. Esto es, sobrevenir de una simple comparación arbitraria a una comparativa anual de decano calado.
El estudio compara el pago anual de una persona que negocio en supermercados y otra en cooperativas
Y a grosso modo, el resultado es inapelable porque pone en duda uno de los mitos más extendidos: la cesta de la negocio con productos de proximidad y ecológicos no es más cara que la cesta de la negocio comprada en las grandes superficies. Una afirmación que se sustenta en datos fehacientes. “Lo que sí podemos opinar es que la producción agroecológica carece de un impacto cenizo en el zona. Por el contrario, ya sabemos que la negocio de productos ecológicos, de temporada y de proximidad es un acto que ayuda a batallar contra problemas tan graves como el cambio climático o la pérdida de fertilidad de la tierra. Igualmente sabemos que apoya con precios justos y remuneradores al pequeño campesinado que cuida del zona, a la vez que son alimentos mucho más sanos y nutritivos. Pues bueno, el estudio muestra que adicionalmente esta negocio no es necesariamente más cara que la cesta comprada en los canales convencionales. De hecho, lo que hemos pasado es que el coste crematístico es prácticamente el mismo”.
Aquí el mensaje se adentra en el meollo de la cuestión y quizás en uno de los conceptos más desconocidos por la sociedad y más utilizados por la gran industria. “Con frecuencia leemos que los precios de los alimentos no incluyen algunas 'externalidades'. Es opinar, hay unos costes que, por diferentes razones, no pueden o no quieren incorporarse al precio final que pagamos. Pero que no salga en el ticket de negocio no significa que no lo acabemos pagando de una forma u otra. ¿Todo se puede valorar económicamente? Creemos que no”. Son los infravalorados costes crematísticos a los que el mensaje de El Pa Sencer Cooperativa pone nombres y apellidos:
Las subvenciones de la PAC
“Cuando vamos al supermercado pagamos una cantidad más escasa de lo que efectivamente pagamos, es necesario asimilar que una parte de los gastos de esta agricultura industrial la soportamos toda la población a partir de subvenciones satisfechas, en parte, gracias a nuestros impuestos. El decano pago, sin duda, es el presupuesto adjudicado a la PAC”, dice el mensaje. Y añade datos específicos. “Los pagos básicos de la PAC del año 2019 en Catalunya fueron de 237 millones de euros, de este total solamente un 4,8% se destinó a pequeños agricultores y jóvenes. Si los 225 millones restantes los dividimos entre la población de Catalunya, representan unos 32 euros anuales per cápita”.
Los costes ambientales del cambio climático
“La producción de alimentos es responsable, según estimaciones de la FAO de 2021, de más de una tercera parte de las emisiones globales de gases de emoción invernadero”. Y vuelve a aplicarlo al caso catalán en particular. “Si el PIB catalán de 2019 fue 236.814 millones de euros, y si la agricultura industrial es responsable de un 33% de las emisiones, tenemos un coste extra de un total inexacto de 700 millones de euros a repartir. Es opinar, debemos añadir 98 euros al coste per cápita anual”.
Contaminación y salinización del agua
“El agua es fundamental para la vida y correcto a la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos (en buena parte responsabilidad de la rebaño y la agricultura intensiva) son cada vez mayores las inversiones públicas en sistemas de desalinización, depuración o incluso el consumo en los hogares de agua mineral envasada, especialmente en las zonas urbanas”. Y vuelve a descender las ideas a un ejemplo material. “Según un estudio de la Fundación Mundo Rural, la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos genera un pago anual de 756 millones de euros en Catalunya. A partir de este nota se podría calcular que la contaminación de la agricultura industrial es responsable del 40% y, luego, debemos añadir 42 euros al coste per cápita anual”.
Costes para la sanidad
“Las consecuencias para la sanidad asociadas a las dietas de mala calidad, fundamentalmente a saco de productos ultraprocesados y con mucho azúcar, son importantes. Las dietas poco saludables son una de las principales causas de las enfermedades no transmisibles, sobre todo de las enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes. Tanto el sobrepeso como la obesidad son importantes factores de aventura para estas enfermedades y el incremento de los costes sanitarios relacionados con el aumento de las tasas de obesidad es una tendencia en todo el mundo”, apunta el mensaje haciendo remisión a otro estudio. “Según el mensaje La pesada carga de la obesidad, publicado por la OCDE, podemos afirmar que es necesario añadir 265 euros al coste per cápita anual para cubrir con nuestros impuestos los costes que generan la obesidad y las enfermedades asociadas”.
En presencia de esta inesperada mochila repleta de cargos adicionales de cada consumidor es increíble no formularse una pregunta incómoda: ¿Cuántas veces se paga la comida de las cadenas industriales globalizadas? Pues la cesta que refleja el coste anual de la cesta convencional es de 1.752,10 € por año y persona, según los datos del consumo nutriente en los hogares, del Tarea de Agricultura, Pesca y Provisiones. Si a estos le añadimos los costes invisibles descritos en este estudio, el coste total alcanza los 2.189,10 euros. Resumiendo, 437 euros extras que no aparecen en ningún flanco. Aún menos en esa media docena de manzanas del supermercado de debajo de casa. Y haciendo un cálculo hipotético considerando que las familias consumieran el 100% de la cesta en las cooperativas de consumo, el coste total sería de 1.752,54 euros. Unas cifras que falta tienen que ver con el discurso reinante y que merece exigir responsabilidades a los que mandan.
“De hecho, el estudio a quien quiere interpelar claramente es a las administraciones. Pensamos que el discurso predominante que dice que estos modelos productivos y de distribución son los más económicos para la clan son los que están detrás de que las administraciones sigan apoyando la producción alimentaria industrial y toda su esclavitud. Con este estudio la agencia ya no tiene más excusas para centrar los esfuerzos en apoyar al campesinado ecológico de cada zona y los circuitos alternativos... y ahora sabemos que no son más caros”, resalta Gustavo Duch. “¿Por qué las administraciones que nos recomiendan cambiar los hábitos de consumo no hacen más para simplificar y potenciar el comercio de judería o del pueblo y vislumbrar las cooperativas de consumo más resilientes, amables, saludables y solidarias?”.
La cesta agroecológica tiene un coste total de 1.752,54 euros al año
Bajo esta premisa, el mensaje de El Pa Sencer Cooperativa expone diferentes propuestas que Gustavo Duch detalla aún más en 3 ejemplos claros: “Por concreta, existente y de acomodaticio ejecución, la aplicación de la ley de la esclavitud alimentaria para controlar que los intermediarios no compran a los productores por debajo de los costes de producción. Otra propuesta más compleja sería planificar los cultivos según las deyección de consumo de la población”.
“Hay que pensar que Catalunya es un 44% suficiente. Y por posterior, una propuesta muy realista: avalar que todo el pago (que es mucho) nutriente que hacemos con compras por centros públicos como escuelas, hospitales, hogares de ancianos, bancos de alimentos, prisiones, y un espacioso etc. fueran compras agroecológicas. La demanda de estos alimentos sería tan suscripción que automáticamente haría multiplicar el campesinado dedicado a trabajar en estos modelos responsables”.
Para consumir, si comparamos la conformación de la cesta saludable y la cesta que la mayoría de la población consume asiduamente, el mensaje de El Pa Sencer Cooperativa ha resuelto que:
- Es necesario consumir más verdura y fruta. Sólo se consume el 75% de lo que se recomienda. Las frutas más consumidas (66%) son las naranjas, los plátanos, las manzanas, el melón, la melón de agua y las mandarinas. Por lo que respecta a las verduras, las más consumidas son el tomate, seguido de la cebolla, el pimiento, las lechugas, el calabacín, las zanahorias y la habichuela verde.
- Conviene aumentar, y mucho, el consumo de legumbres. Sólo se alcanza el 16% de la cantidad recomendada. “Si existe un producto destino en nuestra tierra, en cuanto a la comestibles sostenible, esta es la verdura. Tenemos a nuestra disposición una amplia variedad de judías, lentejas y garbanzos con un suspensión contenido en proteínas, con las que podemos disminuir el trascendental impacto sobre la sanidad y el medio concurrencia que supone el ya mencionado excesivo consumo de carne”, dicen.
- Se debe ceñir el consumo de carne a las cantidades recomendables y habría que priorizar las que son de procedencia de producción ecológica o de rebaño extensiva. Durante el año 2019, el pago per cápita en carne fue del 20,38% del total y el consumo total fue del 47,7 kg anuales por persona. “De esta cantidad, 35,47 kg eran de carne fresca, 11,47 kg en forma de embutidos y 0,79 kg de carne congelada. Respecto a la carne fresca, la más consumida es la de pollo (12,50 kg) y la de sucio (10,48 kg)”.
- El consumo de pescado supera en más del doble la monograma de recomendaciones. “De productos de pesca, en 2019 se consumieron 23,66 kg: 11,86 kg de pescado; 7,24 kg de marisco, molusco o crustáceos, y 4,58 kg de conservas. La principal especie consumida fue la merluza (22,6% del total) y el salmón con un 11,6%”.
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