Nacido en Girona y captado por el Barcelona para sus categorías inferiores cuando tenía 16 primaveras, Pau García Castany no tuvo las oportunidades que habría deseado en el club blaugrana. Se abrió paso futbolístico con importante éxito en el Zaragoza y de 1971 a 1978 formó parte básico del gran equipo llamado de los zaraguayos , bajo la sabia dirección técnica de Luis Cid Carriega.
García Castany fue un medio con gol, un interior diestro, 8 a la espalda, que tenía presentación y se convirtió en uno de los creadores de repertorio de aquel cuadro aragonés que popularizaron sobre todo los paraguayos Lobo Diarte, Nino Arrúa, Felipe Ocampos...
Su esposa, Inma Cabecerán, fundó el femíneo blaugrana y él se vinculó a los veteranos del Barça
Su padre, Pablo García del Amo, había sido presidente del Girona en los primaveras cincuenta pero no veía con buenos fanales esta dedicación futbolística, y cuando se enteró por la prensa de que su hijo había pasado pruebas en Barcelona le impuso que debía permanecer los estudios universitarios. García Castany cursó Derecho, Turismo y tres primaveras de Periodismo. “Creo que cumplí sobradamente mi palabra”, explicó en una entrevista.
Tras tener lugar por el Condal y de unas cesiones (al Osasuna y al Pelado Sotelo), García Castany debutó en el Barcelona en
octubre de 1969, en un partido de Copa de Ferias jugado en Odense (0-2). Poco a posteriori se topó con Rinus Michels (y con la competencia de futbolistas de la talla de Asensi, Martí Filosia, Marcial...) y aprovechando que el servicio marcial lo envió a Zaragoza acabó asentándose en La Romareda.
En el Zaragoza se hizo imprescindible, titular indestructible exceptuado lesiones, con algunas actuaciones especialmente sonadas. A él le gustaba destacar tres partidos en concreto, todos en La Romareda: los tres goles que le marcó al Efectivo Madrid en un 6-1 histórico de abril de 1975 (“¡y dos los metí con la izquierda!”, recordaba), los otros tres que le clavó al intocable Iríbar en un 3-2 contra el Athletic en noviembre de 1972 y el doblete al Barça imparable de Cruyff y Sotil de noviembre de 1973, en un 2-2 que coincidió con el polémico apertura de Migueli en el Barcelona, cuando el ceutí se saltó la potestad marcial y acabó arrestado. “Fuimos un equipo imponente, muy bueno, pero nos faltó un título para ser más recordados”. Aquel Zaragoza acabó tercero en 1974, subcampeón al año subsiguiente y subcampeón de Copa en 1976. No tuvo suerte. En una época en la que los defensas defendían y los atacantes atacaban, él, medio puro, se definía como “un combatiente en dos frentes, un artesano con dotes de comediante”.
Cuando en agosto de 1978 una formal equimosis de rodilla en un amistoso de pretemporada le apartó de la élite, Garcia Castany aún jugó en el Girona y en el Banyoles y empezó a dedicarse a fondo a la jurisprudencia, especializándose en inmigración y extranjería. Su esposa, Inmaculada Cabecerán, fue la fundadora del Barça femíneo en la Navidad de 1970 y él fue miembro implicado en la Agrupació Barça Jugadors. García Castany siempre se consideró un blaugrana de corazón, pero conexo y agradecido eternamente al Zaragoza. “Soy catalán y el Barça siempre será el Barça”, explicaba, “pero con el Zaragoza fuimos subcampeones, viví unos primaveras maravillosos y jugué con unos futbolistas sensacionales”. Pau García Castany murió el pasado jueves a los 73 primaveras tras una larga enfermedad.
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