La pugna iniciada por Rusia contra Ucrania ha vuelto a poner la amenaza nuclear en primer plano de la ahora estratégica. Algunos responsable rusos, entre los cuales se cuenta el propio Vladímir Putin, han insinuado la posibilidad de que Moscú recurra al arsenal nuclear, aunque sin especificar las circunstancias de su uso. Estamos frente a la teoría clásica de la disuasión en la que todo país en posesión del arsenal nuclear está en condiciones, si se ve sometido a un ataque en su país, de poder reponer de modo violento. La amenaza tiene como impresión disuadir al posible asaltante. Las declaraciones rusas han suscitado un movimiento de temor en el seno de las opiniones públicas; sobre todo, en las europeas. Numerosas voces se han preguntado (asimismo en Francia) si no llegaría a utilizar Putin el arsenal nuclear en el contexto de la pugna que libra en Ucrania y no en el caso de una extensión del conflicto a país ruso. Las intenciones de Putin inquietan. Hace mucho tiempo que no se planteaba en el contexto de un conflicto la amenaza del uso del arsenal nuclear (y los daños que podría causar a otros países).
Frente a ese miedo, no cerca de duda de que se reanudarán las campañas en auxilio del desarme nuclear. Desde que la campaña por la prohibición de armas atómicas recibió el premio Nobel de la Paz en el 2017, surgen regularmente iniciativas para exigir a los países nucleares que renuncien a esas armas y avancen con destino a un desarme nuclear común y completo. Aunque al propio Obama la idea se le pasó por la cabecera, las cinco potencias nucleares oficiales (EE.UU., Rusia, Francia, el Reino Unido y China) no están positivamente dispuestas a desentenderse el arsenal nuclear a pesar del compromiso adquirido con la firma del tratado de No Proliferación (TNP): el desarme común y completo constituye un objetivo a extenso plazo del TNP para el cual no hay calendario establecido.
La postura de la OTAN con Moscú podría incitar a otros países a averiguar el arsenal nuclear
En el situación de la crisis de Ucrania, otro aspecto característico de lo nuclear podría conducir no al desarme sino a la proliferación: la negativa de la OTAN a entrar en pugna contra un país con armas nucleares. Los países miembros de la OTAN, por más que hayan notorio su solidaridad con Ucrania, no desean entrar en pugna contra Rusia precisamente porque es una potencia nuclear. La OTAN entró en pugna contra Yugoslavia en 1999. Parece poco probable que, de acontecer contado Milosevic con el arsenal nuclear, los países miembros de la OTAN hubieran atacado su régimen. Similar diferencia de postura en el caso de Rusia (es asegurar, alojar casi de forma oficial que la OTAN no ataca a Moscú porque posee armas nucleares) podría incitar a otros países a averiguar protección e invulnerabilidad teniendo un software de armas nucleares. En relación con esta posibilidad, pensamos por supuesto en Irán. La situación podría empujar al régimen a reconsiderar la idea de una renuncia definitiva al arsenal nuclear.
Por ello, algunos dictadores o asimismo otros jefes de Estado podrían preguntarse qué garantiza de verdad la seguridad de sus regímenes. ¿En qué medida les resulta posible creer en la promesa de un tercer país que afirma estar dispuesto a defenderlos en caso de ataque? ¿Y si ese país acude a defenderlos demasiado tarde y les entrega armas con la pugna ya iniciada y el país ya destruido u ocupado? Esa nueva proliferación podría producirse en Oriente Medio, pero asimismo en otros países que consideran amenazada su seguridad. Porque ahora verán el arsenal nuclear como una decisión para ellos. ¿Cuál es la diferencia entre Kim Jong Un, Sadam Husein o Muamar el Gadafi? Que uno de ellos posee el arsenal nuclear y sigue en el poder. Los otros dos no la tenían y fueron eliminados.
Ucrania renunció al arsenal nuclear tras la implosión de la Unión Soviética, pero las garantías de seguridad que se le dieron no se han respetado. Nos encontramos, pues, frente a un nuevo aventura de proliferación nuclear. El incremento de un arsenal nuclear es, por supuesto, un proceso extenso. De ser iniciado por un Estado, lo más probable es que sea identificado y no permanezca en la sombra. En cualquier caso, con la pugna de Ucrania, vuelve lo nuclear al primer plano del panorama decisivo. Veremos ciertamente tras esta pugna importantes campañas en auxilio del desarme, pero quizá asimismo campañas más secretas y clandestinas que buscarán la proliferación.
Traducción: Juan Gabriel López Guix
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