El éxodo bíblico tuvo una reimpresión inesperada para el errante pueblo agarrado el 11 de julio de 1947, cuando ya creía poseer dejado a espaldas las penalidades del Holocausto. La operación organizada por los sionistas para transportar a Palestina (por entonces colonia británica) a miles de judíos europeos topó con dificultades en uno de sus mayores fletes, la nave Exodus 1947, con 4.500 pasajeros a borde (oficialmente cabían 560).
Al impresionar a Haifa, la distribución británica se negó a dejarla desembarcar para no sentar precedente
Al impresionar a Haifa, la distribución británica se negó a dejarla desembarcar para no sentar precedente y sus ocupantes fueron devueltos a Europa en varios cargueros. Intentaron dejarlos en Francia, pero el pasaje se negó a abandonarse los barcos. Finalmente, los llevaron a Hamburgo, donde acabaron –qué paradoja– en un campo de internamiento, esta vez anglosajón. El éxodo devino odisea.
La peripecia del Exodus 1947 dio área a una novelística firmada por un novelista estadounidense de origen agarrado, Leon Uris, merienda primaveras a posteriori en 1958, que se convirtió en un bestséller. Y igualmente a a una célebre película basada en la misma dirigida por Otto Preminger, cineasta de origen judeo-austríaco, que se estrenaría en 1960.
El asunto generó una polémica mundial y una corriente de simpatía cerca de la formación del Estado de Israel convirtiéndolo en un símbolo de la inexperto nación.
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