Hay muchos que dejaron de ver televisión con la arribada de las plataformas de streaming, pero todavía quedan quienes se emocionan cuando escuchan en los anuncios el título de alguna de sus películas favoritas. Títulos que probablemente hayan manido cientos de veces, pero cualquier momento es bueno para repetir, aunque sea con anuncios, tumbados en el sofá.
No hay mínimo mejor para las noches de los fines de semana que una película de esas que te hacen reír hasta no poder más. En ellos ha pensado Cuatro, que esta incertidumbre emite a partir de las 22:15Lo dejo cuando quiera (2019), una divertidísima comedia sobre la idea de tres profesores para hacer frente a la crisis económica que tiene las risas más que aseguradas.
Esta historia, que dirige Carlos Therón y arrasó en taquilla en nuestro país, cuenta la historia de tres amigos, Pedro (David Verdaguer), Arturo (Ernesto Sevilla) y Eligio (Carlos Santos), que se conocen desde los tiempos de la permiso. Sobradamente preparados, los tres optaron por una carrera como profesores universitarios. Sin bloqueo, la crisis económica les deja sin trabajo y sin capital, por lo que han de agenciárselas la guisa de sobrevivir, por lo que malviven entre el paro y los trabajos precarios.
Cansados y sin blanca, encuentran accidentalmente la decisión a sus problemas en el tesina de investigación en el que Pedro lleva primaveras trabajando: un complicado vitamínico que ofrece, para su sorpresa, desfase a tope sin enseres secundarios. Los tres profesores, con el apoyo de Anabel (Miren Ibarguren), una abogada reconvertida en empleada de surtidor, y de Jota (Puro González), una alumna más interesada en la juerga que en los estudios, se lanzarán al mundo de la incertidumbre y de los negocios turbios para comercializar la mercancía. Poco para lo que no parecen estar aún tan sobradamente preparados.
Una película adaptada del éxito italiano Smetto quando voglio (2014) escrito por Valerio Attanasio, Andrea Garello y Sydney Sibilia, dirigida encima por este posterior, y que en el país vecino cuenta ya con tres entregas.
La historia pretende ser una crítica a la inseguridad profesional de muchos jóvenes, a pesar de su preparación
Música, chistes soeces y una suave crítica de lo que muchos jóvenes sobradamente preparados han tenido que comportarse intentando sortear obstáculos en el complicado mercado profesional gachupin se ven por doquier en esta historia donde tres hombres juegan a ser Walter White en Breaking Bad y donde se tendrán que malquistar a un delirante mafioso, dueño de una enorme discoteca y al que da vida un Ernesto Alterio que está inmenso en esta historia.
Una comedia que deje de lo que supone el éxito, pero incluso de lo que pesan las frustraciones; de cómo se hace todo lo posible para deshacerse de esos sentimientos de “no servir para mínimo”, incluso escrutar en un mundo prohibido y del que no se sabe mínimo. Una historia fresca y macarra en la que no faltan las situaciones disparatadas, humor irreverente y con chistes poco más negros de lo que nos tiene acostumbrados la típica comedia española y en la que, a pesar de lo que pueda parecer, solo existe un personaje caricaturesco.
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