Víctor G.T., el supuesto acusador de la comediante y escritora Paula Bonet, se enfrentó ayer al prudencia en el que la recriminación le pide cuatro abriles de calabozo y la Fiscalía, tres. Fue en el tribunal número 10 de lo penal de Barcelona, en la Ciutat de la Justícia. La defensa, representada por el sabio Sergi Mercé, pide la absolución y alega como eximente un “trastorno mental delirante erotomaníaco, que consiste en creer que cierto en un estadio superior se ha enamorado de ti”.
Si Mercé aseguró que el inculpado está en tratamiento por ello, la abogada de Bonet, Carla Vall, duda que sufra “esta enfermedad, que ha aparecido por sorpresa hace un mes, cuando llevamos un proceso de tres abriles. La forense adscrita al tribunal lo niega”.
Los hechos juzgados se iniciaron a mediados del 2019, cuando el inculpado empezó a expedir mensajes y personarse en el taller de la comediante y escritora. Una vez, le envió en un sobre una anguila de plástico cortada a trocitos y otra escribió unos tuits insultantes y amenazantes. Bonet anuló sus cursos, cambió de dirección y vivió semiescondida. El árbitro dictó una orden de alejamiento que él se saltó. Una crepúsculo, se agarró a los barrotes de la ventana del taller de Bonet y le gritó.
Mercé entiende que, al principio, su cliente “quería insistentemente algún tipo de relación, contactar con ella, asistía a los lugares donde ella iba, pero sin la intención de intimidar”. Los mensajes violentos en redes sociales “llegan luego, pues se ve obligado a hacerlo para defenderse de los ataques que recibía a través de los medios de comunicación”, que habrían provocado que el inculpado “fuera amenazado con agresiones físicas a él y a su clan”, lo que la recriminación desmiente. Pero ¿y sus mensajes amenazadores? Víctor G.T. lo explica por “la inquina negra. Al ojear lo que ella decía de mí, tuve un arrebato y quise desahogarme de una forma sarcástica. Lo nuestro fue un placer poético, como una batalla de gallos”. Para Vall, “cuando todo el mundo interpreta poco como amenazas, el que tiene un problema es el que dice que la va a violar y matar”.
Víctor G.T. explicó que “tenía interés por la letras femenina. Asistí a sus charlas, vi que ella se fijaba en mí, me tiraba el arponcillo, percibía que le gustaba, pero que por condicionantes como la diferencia de permanencia o de status no se atrevía a dar el paso y me invitaba a que yo lo diera”.
¿Y la anguila cortada a trocitos en un sobre donde ponía ‘el violador’? Aquí respondió el abogado: “En el portal de su edificio, mi cliente se encontró una anguila. Él interpretó que se la había dejado la señora Bonet para tocar su atención, en el entorno del trastorno que padece. Como la anguila significaba los agresores, él la cortó en pedazos y se la envió con una sonrisa dibujada”.
Vall ve “insultantes” tales afirmaciones, como las de que Bonet buscó auge con el tema, pues “él la escoge porque ya es famosa, y la somete a una persecución que le impide presentar libros, impartir clases y hacer exposiciones”.
“Nos parece una recriminación desproporcionada –dice Mercé–, como la misma prisión provisional, donde ha estado diez meses por unos delitos cuya pena no es superior a los dos abriles, por lo que en caso de ser condenado es probable que no hubiera llegado a entrar en la calabozo. Creemos que el creación se ha inflado mediáticamente”.
Vall revela que, gracias a la denuncia de Bonet, surgió una nueva víctima del inculpado en otra ciudad, por lo que ha sido imputado en otra causa. “Estamos delante de un perfil atacante que odia a las mujeres y que por ello las agrede”.
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