El asesinato de Shinzo Abe deja en shock a un país sin apenas muertos por armas de fuego

Japón, uno de los países con menos víctimas por disparos, está conmocionado. Shinzo Abe, el primer ministro que estuvo más primaveras en el cargo, ha sido asesinado a tiros, a plena luz del día, en la calle y a luceros de todo el mundo. La última vez que dispararon y mataron a un presente o ex primer ministro japonés fue hace 90 primaveras. Un reseña que refleja cuán rara e impactante es la violencia armada en el país, fruto de un control exacto del paso a las armas de fuego. 

El atentado contra Abe se produjo cuando un exmiembro del ejército japonés disparó con una escopeta de elaboración casera, según las primeras informaciones, contra el político cuando este hacía campaña en nombre del gobernador Partido Dadivoso Demócrata (PLD) en Nara, una ciudad al este de Osaka. Abe estaba dando un discurso frente a una época de tren antiguamente de las elecciones a la Cámara Ingreso de este fin de semana. El exlíder fue herido de pesadez y llevado a un hospital restringido, donde murió pocas horas luego. Tenía 67 primaveras.

Los tiroteos son poco comunes en la nación insular, si aceptablemente no son del todo desconocidos. El año pasado solo hubo diez incidentes con armas, nadie en Tokio, la caudal; y resultaron un muerto y cuatro heridos, según la Agencia de Política Franquista. Para los civiles, obtener armas, principalmente rifles y escopetas para el deporte o la caza, requiere un intenso proceso de formación y comprobación de referencias. La policía suele sufrir pistolas.

Para que los ciudadanos japoneses compren un armas, deben asistir antiguamente a una clase que dura todo el día, aprobar un examen escrito y completar una prueba de campo de tiro, con una precisión mínima del 95%. Los candidatos todavía son sometidos a una evaluación de vigor mental, realizada en un hospital, y el gobierno hace una comprobación exhaustiva de referencias. Solo se pueden comprar escopetas y rifles, y las evaluaciones deben repetirse cada tres primaveras. 

Si las muertes por bala son difíciles de ver en el país oriental, un ataque contra un personaje conocido con un perfil tan elevado como un ex primer ministro era prácticamente inconcebible en Japón. De todos modos, la historia nipona sí que guardián algunos asesinatos de líderes políticos. El más flamante fue en 2007, cuando el corregidor de Nagasaki fue asesinado a tiros por un pistolero yakuza. 

El sospechoso que le disparó a Abe, identificado como Tetsuya Yamagami, de 41 primaveras, fue detenido inmediatamente por la Policía de Seguridad del gobierno, encargada de proteger a altos funcionarios y políticos. Como ex primer ministro, Abe tenía un destacamento de seguridad, y al menos uno de ellos tenía un escudo a prueba de balas, pero en Japón es global que los políticos se muevan con pocas medidas de seguridad correcto precisamente al bajo índice de criminalidad.

"En Japón, este tipo de tiroteos son extremadamente raros, por eso fue acomodaticio de ejecutar, señaló a Bloomberg un profesor de derecho penal en la Universidad de Hiroshima Shudo William Cleary, quien canceló una de sus clases del viernes luego de entrar y ver las "absolutamente sombrías" caras de sus alumnos. "Obviamente, la seguridad en el país era demasiado laxa y esto provocará un endurecimiento de la seguridad, especialmente en los discursos al salero rescatado, poliedro que estamos en medio de las elecciones", agregó.

Las imágenes difundidas por televisión mostraron que el atacante empuñaba un armas que parecía compuesta de dos tubos envueltos con cinta adhesiva negra, por lo que se cree que fue elaborada de forma casera.  "Esto efectivamente muestra hasta qué punto las leyes de armas de Japón están funcionando", apuntó el profesor de la Universidad de Tokio especializado en derecho y sociedad, Daniel Foote, en remisión al hecho de que la dificultad de consentir a las armas ha llevado al desfavorable confeso a fabricarse él mismo el armas. "Muy pocas personas tienen la capacidad de crear un armas así", destacó el experimentado. 

El número total estimado de armas en posesión de civiles en Japón fue de 310.400 en 2019, o 0,25 por cada 100 personas, el nivel más bajo entre los países del G-7, según GunPolicy.org. Eso se compara con los 393 millones de armas, o 120 por cada 100 personas, en los Estados Unidos, y los 3,2 millones, o 5 por cada 100 personas, en el Reino Unido.

Una historia con contados magnicidios

En 1932, el primer ministro Tsuyoshi Inukai fue asesinado mientras ostentaba el cargo por un miembro de la Flota que conspiraba para provocar una desavenencia con los Estados Unidos (todavía intentaron matar al actor Charlie Chaplin, que estaba de turista en Japón en ese momento). El antecesor materno de Abe y ex primer ministro Nobusuke Kishi todavía fue objeto de un intento de crimen, en 1960. Fue atacado y apuñalado durante sus últimos días en el cargo por un hombre afiliado a grupos de derecha. Sobrevivió.

En el mismo año, el líder del Partido Socialista de Japón Inejirō Asanuma fue asesinado durante un discurso todavía por un mancebo derechista con un wakizashi, una espada corta de samurái.

Hay otro paralelo entre los dos ataques a primeros ministros, separados por casi un siglo. Yamagami, quien disparó y mató a Abe el viernes, todavía tenía vínculos con el organismo castrense: era un ex miembro de la Fuerza de Autodefensa Marítima.  

"Esto es una conmoción profundo”, lamentó Hiromichi Watanabe, un detención miembro del PLD hablando en la sede del partido. "No puedo creer que poco así pueda acaecer en Japón".

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