El hombre que sueña con hoteles singulares

Estudió delegación de empresas en Barcelona y dejó a un banda su intención diferente de ser publicista. La vida profesional le llevó a Morgan Stanley y allí conoció de ahíto el mundo de la banca de inversión.

Sin retención, a Andrés Soldevila Ferrer le pudo el sexo por la hostelería, pues pertenece a la cuarta vivientes de una clan vinculada al ramo.

Amplió sus conocimientos formándose en escuelas de Francia y Estados Unidos, aunque declinó entrar en la sociedad frecuente, Majestic Hotel Group, para trabajar, formarse y conocer el sector abriendo su foco cerca de otras cadenas internacionales como Ritz-Carlton, Pierre & Vacances, los hoteles Bulgari, marca del cíclope Marriot, o la división hotelera de Cushman & Wakefield, que llegó a dirigir en España, compatibilizándolo con labores de docencia en el CETT.

Uno de los hoteles en la órbita del inversor Andrés Soldevila

Uno de los hoteles en la recorrido del inversor Andrés Soldevila

Archivo

“La etapa de banca de inversión fue intensa, aunque la pasión por los hoteles fue aún más cachas”, confiesa Soldevila. “Todos tenemos una inspiración o un sitio distinto, y conocer la filosofía de Bulgari aplicada a este mundo resultó crucial para despuntar a soñar con hoteles singulares”.

Siguiendo esos sueños y de acuerdo con sus hermanos, entre todos crearon en el 2010 Naboga Haber, un family office cuyo primer activo fue el Sant Francesc, en el corazón de Palma, Mallorca: una casa palacio de 1860 restaurada con mimo y convertida en un hotel singular (título o patronímico que consta en un pequeño título en la exterior, bajo el nombre del establecimiento) con 42 habitaciones y suites, que abrió sus puertas en el 2015.

Proyección de nuevos emplazamientos

Los tres hoteles de la clan Soldevila Ferrer forman parte del catálogo del Majestic Hotel Group

“El concepto de singularidad de un hotel va más allá de que sea impecable, o que la tramoya sea la adecuada. Se negociación, por un banda, de hacer apreciar único al huésped que se queda con nosotros y, por el otro, le creamos un vínculo actual con el edificio, con el morería y la población donde está. Una integración con el ocupación. Por ahí van esos sueños que vamos cumpliendo”, indica.

Tras la comprensión de Palma, Naboga Haber buscó con cuidado un segundo emplazamiento y no tuvo que salir de la isla: lo encontraron en el corazón de Santanyí, al sudeste. Allí convirtieron una antigua residencia frecuente en un hotel boutique de 13 habitaciones y 19 suites que combina una cuidadosa inmueble con piezas de arte contemporáneo. Una vez más, el carácter frecuente está presente físicamente, puesto que la interiorista Nuria Ferrer, mamá de Soldevila, se encargó de un esquema que ha respetado la estructura diferente de un casal mallorquín del XVII en pleno casco histórico y muy cerca de playas como Es Trenc y el parque natural de Mondragó.

La pandemia cambió el ritmo de nuevas incorporaciones, aunque desde el año pasado ya hay un tercer hotel en marcha. Este ha sido adulterado Villa Soro y se encuentra en San Sebastián. Para este caso se rescató una villa en Ulía-Ategorrieta, uno de los 17 barrios en que se divide la hacienda de Gipuzkoa. La zona queda al pie del monte Ulia y a un paseo de la playa de Zurriola, al este de la Concha. Con 25 habitaciones, 15 en la casa principal y diez construidas tras la rehabilitación de las antiguas caballerizas, Villa Soro es una de las novedades hoteleras más recientes de una ciudad que sigue siendo imán para un turismo selecto.

Mientras Soldevila sigue proyectando nuevos emplazamientos, los tres establecimientos existentes forman ya parte del catálogo del Majestic Hotel Group, que asimismo los comercializa, aunque la clan Soldevila Ferrer los gestiona y sueña de forma independiente.

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