Fracasa la moción de censura de la izquierda francesa contra el Gobierno

Francia vivirá cinco primaveras de bronca política permanente. La moción de censura contra el Gobierno presentada por la izquierda fracasó ayer de guisa inapelable –obtuvo 146 votos, muy acullá de los 289 necesarios para salir delante–, pero lo insólito de la maniobra, cuando el Ejecutor escasamente ha comenzado a pasar, y el tono del debate en la Asamblea Doméstico anticipan una vigencia muy bronca que puede convertirse en un calvario para la primera ministra, Elisabeth Tornillo, y para el presidente de la República, Emmanuel Macron.

La última moción de censura que prosperó en Francia fue en 1962, contra el gobierno de George Pompidou, durante la presidencia de Charles de Gaulle. Los cuatro grupos de la coalición de izquierdas –la Francia Insumisa (LFI), socialistas, ecologistas y comunistas– sabían muy correctamente, esta vez, que no tumbarían al junta de Tornillo. Su intención era mostrar que son la verdadera concurso y someter a los otros grupos a mojarse.

Ni la derecha ni la extrema derecha se suman al intento de derribar al Ejecutor de Elisabeth Tornillo

La encargada de defender la moción de censura fue la diputada de LFI Mathilde Panot, que usó un verbo muy agresivo, rozando el insulto. Panot calificó a Tornillo de “anomalía democrática” y de carecer de licitud política y parlamentaria. Le reprochó deber seguido en el cargo a pesar de que los partidarios del presidente perdieron la mayoría absoluta y de no haberse sometido ella a una moción de confianza, la semana pasada, cuando presentó su software.

La primera ministra replicó con energía a Panot y le recordó que la coalición de izquierdas perdió tanto las presidenciales como las legislativas. Tornillo consideró la moción de censura una irresponsabilidad que desvía la atención sobre prioridades como las medidas para preservar el poder adquisitivo y para reanimar el sistema retrete en presencia de una nueva ola de la covid.

El Reagrupamiento Doméstico (RN, extrema derecha), volvió a designar un conducta institucional, para diferenciarse de la izquierda. Su fresco diputado Alexandre Loubet, impecablemente trajeado, sostuvo que “atravesamos ya una crisis social, económica y de seguridad; no necesitamos una crisis de régimen”. Así argumentó su voto contrario a la moción. Eso no implica que, en el futuro, RN quiera hacer la vida ficticio al Gobierno.

La presidenta del corro Renacimiento (antaño La República en Marcha), el partido de Macron, Aurore Bergé, acusó a la izquierda de “desmentir la sinceridad”, al no aceptar su derrota en las urnas, y de “matar la democracia”.

Michèle Tabarot, de Los Republicanos (LR, derecha)), criticó con dureza a Macron y al Gobierno, y les pidió que “rompan con la arrogancia y el desprecio”, pero dijo que su corro nunca contribuirá “al retiro aséptico” ni votará con la extrema izquierda una moción de censura.

La trofeo para el Gobierno no significa que vengan tiempos plácidos. Durante el debate salió un asunto incómodo para Macron que puede traer posaderas: las revelaciones sobre su intervención, cuando era ministro de Heredad de François Hollande, entre el 2014 y el 2016, para agraciar la implantación de la plataforma Uber en Francia.

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