La Rambla, el paseo más concurrido de Barcelona y una de sus postales más populares, ha recobrado la vida perdida durante la larga crisis pandémica. Es una buena comunicado. Luis Benvenuty y Àlex Garcia retratan esta reactivación, que ofrece estampas para todos los gustos. Porque todavía hay cosas que no son tan buenas. El turismo ha vuelto y, con él, buena parte de la actividad. Pero la diversificación que cabría esperar de este alegórico paseo, que por otra parte de estar enfocado al visitante debería encantar todavía a los barceloneses, no es aún una efectividad. Sigue habiendo un cierto monocultivo comercial y de restauración y una ocupación desmedida del espacio divulgado que urge aventajar. Las propuestas culturales, con el Liceu, el Poliorama o el futuro Principal a la persona, son un atractivo que en estos tiempos de resurgimiento contribuirán a esa variedad deseada. Mientras tanto, sigue irresoluto la ansiada reforma urbanística que, más allá del aspecto físico, tendría que ser el revulsivo definitivo para relanzar la mundialmente conocida arteria de Barcelona.
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