La página web de La Vanguardia publica cada día una media de casi 2.000 comentarios de los lectores en las informativo. Esto es, más de 50.000 al mes. Con ellos, al final de cada información se genera un animado foro en el que se aportan experiencias propias vinculadas a la aviso, se felicita a los protagonistas o se discrepa con ellos y igualmente, claro, se debate acaloradamente. Para intentar apuntalar que este debate sea constructivo, La Vanguardia supervisa los comentarios con un cálculo que detecta automáticamente palabras y expresiones ofensivas y igualmente hay un equipo de moderadores que elimina los mensajes irrespetuosos o fuera de oficio y bloquea a los usuarios que incumplen repetidamente las normas.
Algunos lectores, sin incautación, me han escrito para denunciar que creen que se les “censura”. “He enviado dos comentarios al artículo de Jordi Évole y no se han publicado, les agradecería que me lo explicaran”, reclamaba un suscriptor la semana pasada. “Vuelven a censurarme de forma sistemática”, decía otro días antes. “Me ponen los comentarios en revisión y tardan mucho en publicarse, pero creo que soy una persona respetuosa y la verdad es que me tiene un poco mosqueado”, protestaba un tercero. “De ningún modo creo tener traspasado las líneas para que me eliminen”, reivindicaba otro catedrático fiel.
Jordi Canyissà, director de Operaciones de La Vanguardia , explica que el objetivo del espacio de comentarios es “ocasionar un debate valioso, que aporte nuevos puntos de audiencia a la información y que ofrezca opiniones diversas”. Para conseguirlo, prosigue Canyissà, “eliminar un comentario puntual es relativamente habitual en una web con tantos mensajes, pero sitiar a un sucesor es una medida admirable si no se respetan las reglas de guisa reiterada”. Sobre las quejas de los lectores que se sienten censurados, Canyissà señala que “nunca es el contenido lo que lleva a eliminar un comentario, sino su tono inadecuado”. Es proponer, se puede cuchichear de todo y discrepar de las informativo o articulistas, pero hay que hacerlo de guisa educada y respetuosa. En algunos casos, sin incautación, el objetivo de reconducir la deriva en los comentarios de una aviso puede sobrellevar a eliminar mensajes que por sí solos no incumplirían las normas. Por este motivo, en alguna ocasión se puede tener regalado un exceso de celo y, tras revisar los mensajes de un catedrático que había sido bloqueado, se ha decidido revertir la osadía. Canyissà, en cualquier caso, recalca que “el trabajo de moderación es esencial para hacer un diario de calidad y igualmente es una exigencia admitido, porque el diario es responsable de todo lo que publica, incluidos los comentarios de sus lectores”.
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