Nuevo juzgado de delitos leves para frenar el colapso

Dos ciudadanas bosnias entran en la sala 118 de la ciudad de la imparcialidad para ser juzgadas. Son muy jóvenes y no tienen circunstancias. Fueron sorprendidas por agentes de los Mossos que iban de incógnito mientras le abrían el bolsa con sigilo a una turista en el metropolitano de plaza Espanya de Barcelona. El robo no llegó a consumarse porque los agentes las interceptaron pero igualmente fueron denunciadas y ahora deben afrontar un entendimiento acusadas por un delito leve de hurto en nivel de tentativa.

Las dos mujeres, auxiliadas por una intérprete, se niegan a decidir. El policía, que asimismo comparece frente a el mediador, afirma sin ningún atisbo de dudas de que fueron ellas. El entendimiento termina a los cinco minutos y el mediador, tras escuchar la petición de la fiscal, las condena al suscripción de una multa de 132 euros cada una. El mediador les advierte de que si no pagan pasarán merienda días en prisión.

Con el nuevo entraña, la imparcialidad permite celebrar 40 vistas diarias para combatir el pequeño delito

Este es uno de los vigésimo juicios que están señalados durante el día en el nuevo tribunal de delitos leves que empezó a funcionar el 1 de julio. Durante la mañana se celebran juicios por una discusión en el autobús en el que una de las pasajeras zanjó con una soplamocos las reprimendas que le había osado por acomodarse todos los asientos reservados a personas vulnerables. O el entendimiento a una persona que robó nueve euros de comida en el supermercado y el establecimiento lo ha denunciado. Sin bloqueo, la mayoría de los juicios son por robos al descuido, principalmente a turistas.

Los jueces de instrucción reclamaron durante meses que se reabriera el segundo tribunal de delitos leves para contener la avalancha de asuntos que colapsaban el único tribunal que hasta ahora estaba en funcionamiento.

En septiembre del año pasado el Servicio de Imparcialidad y el Consejo Genérico del Poder Procesal decidieron eliminar el segundo tribunal de guripa, que había sido creado en el 2019, cuando los hurtos tardaban merienda meses en ser juzgados y corrían el aventura de resultar impunes puesto que el tiempo mayor que fija la ley para fallar un hurto es de 12 meses. Pasado ese tiempo ya no se puede perseguir. Con la pandemia, el pequeño delito bajó y la Conselleria de Justícia estimó que podía prescindir del segundo tribunal. El tarea y el CGPJ validaron la atrevimiento. Los jueces, sin bloqueo, advertían de que el paréntesis delincuencial era solo “temporal y admirable” y que una vez finalizara la emergencia sanitaria los hurtos volverían a repuntar, como así ha sido. En febrero la situación empezaba a tomar visos de preocupación. Un hurto tardaba dos meses en ser tribunal. Ahora, ya son seis. Los jueces confían que la entrada en funcionamiento del nuevo tribunal permita resumir el tiempo de prórroga y superar agilidad.

Los pocos acusados que pasaron por el nuevo tribunal de guripa –en los delitos leves pueden ausentarse y el entendimiento se celebra igualmente solo con el mediador, el fiscal y algún policía que acude a demostrar– habrían cometido los delitos entre los días 21 y 24 de junio con lo que de momento el nuevo tribunal juzga a 15 días perspectiva. Con el nuevo refuerzo, cada día los juzgados enjuiciarán 40 delitos leves al día, –ayer de la pandemia se celebraban 60– vigésimo cada uno, con lo que esperan resumir la avalancha que ahora mismo sepulta al único tribunal que existía.

“Era una medida necesaria porque nosotros ya dijimos que el pequeño delito volvería”, apunta el magistrado Francisco González Maíllo, delegado de los jueces de instrucción que le ha tocado guripa en el tribunal de delitos leves.

Durante la mañana de este miércoles, el mediador ha condenado a varios hurtadores a quienes ha condenado a penas de multa, pero en el caso de una carterista multirreincidente le ha impuesto la prohibición de acercarse a 500 metros de la tiempo de metropolitano de la Sagrada Família. Este es uno de los instrumentos con los que cuenta la imparcialidad para intentar frenar a los carteristas mientras no se aprueba la nueva reforma del Código Penal que castigará la reincidencia de los hurtos. “Hasta ahora existe la sensación de que las penas de multa impuestas en los delitos son poco disuasorias y cuanto más tiempo pasa aún más”, tercia la fiscal Elena Díaz.

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