A los trabajadores que Ikea tendrá que despedir cuando a posteriori de agosto venda sus fábricas en Rusia no se les olvidará este tempestuoso 2022, el año posterior y peor que la pandemia. Y siquiera a los empleados de las tecnológicas rusas que han tenido que cambiar de país para seguir funcionando. O a la pequeña clase media, acostumbrada a hacer turismo y impresionar en un periquete a las playas o las capitales de los países europeos. Pero para el popular de los mortales rusos, las sanciones occidentales no se están dejando notar con la fuerza necesaria para que el Kremlin cambie sus planes militares en Ucrania.
De hecho, los expertos creen que intentar sacar del ring al presidente ruso, Vladímir Putin, mediante sanciones es como intentar tumbar a Muhammad Ali. La analista política Lilia Shevtsova dice a La Vanguardia que “retirarse bajo presión de las sanciones occidentales significaría su asesinato política”, y que para él es necesario evidenciar el final con un triunfo.
Por otra parte, “la mayoría de la población no incumplimiento a las autoridades rusas por las consecuencias de las sanciones, sino a Oeste. Y eso les da un espacio conveniente amplio para maniobrar políticamente”, añade el politólogo Dimitri Orlov, que dirige la Agencia de Comunicación Política y Económica.
Por añadidura, Rusia ha enfrentado en sus socios asiáticos China e India un mercado para el petróleo que deja de comprar Europa. Eso le permite avalar las contramedidas a las sanciones y seguir financiando las acciones militares en Ucrania.
Rusia sí acusó el primer codazo de las sanciones, en marzo, cuando entre otros pertenencias se interrumpió el suministro de tecnología y se rompieron las redes logísticas. Por otra parte, las empresas internacionales comenzaron a suspender sus negocios en Rusia, aproximadamente del millar. Las de consumo, como Ikea, la española Inditex o la cautiverio alemana de productos de bricolaje Obi cerraron sus tiendas; asimismo han cortado lazos con Rusia tecnológicas como IBM, petroleras como Shell o BP, servicios financieros como Visa, Mastercard o Google Pay, cadenas hoteleras como Marriot, etcétera.
Las contramedidas del Kremlin han sujetado la inflacióny el paro y han fortalecido al rublo
Pero las medidas ordenadas por Putin y ejecutadas por la gobernadora del Lado Central de Rusia, Elvira Nabiúlina, han frenado el impacto. El rublo, que se desplomó en marzo, comenzó a recuperarse y a finales de junio, con el precio del petróleo al encarecimiento, estaba en máximos desde hace siete abriles. En marzo, por un euro se llegó a obtener 129 rublos. Hoy se cambia a 56.
Poco parecido ha sucedido con los precios. La inflación se ha controlado en junio, y el regulador bancario prevé que este año termine entre el 14% y el 17%, y no el 23%, como se pronosticaba ayer.
Pasear hoy por el Columbus, uno de los centros comerciales más grandes de Moscú, ya no es lo que era. La salida de las grandes marcas internacionales ha dejado inmensos locales de dos plantas vacíos. Sin ese incentivo, y el añadido de ser época de dachas en Rusia, en un día de diario se nota que hay menos clientes. Pero cerca de el final de la trayecto y los fines de semana sus largas galerías se llenan. La descenso del consumo no es suficiente para que el sistema siquiera se tambalee.
Los expertos independientes rusos ofrecen diferentes puntos de clarividencia sobre el impacto de la sanciones. Algunos argumentan que ya están asfixiando a la caudal.
Es cierto que el sector empresarial ha sufrido el codazo, pero lo ha encajado perfectamente. Un 86,8%, según un estudio del Instituto de Crecimiento Financiero Stolipin, sí ha sentido los puñetazos de las sanciones. Pero solo el 11,7% no ha podido adaptarse y ha tenido que ceder total o parcialmente su negocio. La mayoría (el 77,4%) se ha repuesto.
Sin examen y con la mayoría de los rusos culpando a Oeste, Putin tiene beneficio de maniobra interna
Por todo ello, otros expertos sostienen que las sanciones solo muerden levemente y que aún queda mucho tiempo para que tengan un impacto existente en la vida y el estado de talante de los rusos. “Las sanciones afectan directa o indirectamente a la mayoría de la población, pero aún no conducen a consecuencias desastrosas para su nivel de vida”, apunta Shevtsova.
Según esta experta, esto “es consecuencia de nuestra error de comprensión del punto de paciencia de la sociedad rusa y su estado de talante en un momento de pelea”.
Sí tendrán un impacto acumulativo, según Shevtsova, para otoño o fin de año. Y pronostica que entonces podría suceder una salida para el conflicto en Ucrania. “Las autoridades rusas intentarán completar la operación marcial , que tendrán que presentar como una conquista”. Cree que la crisis económica puede forzar al Kremlin a averiguar su fórmula de paz. “Pero eso no significará un paso antes y un rechazo de su política expansionista e imperial. Cualquier fórmula de paz para Putin significará la búsqueda de un nuevo mecanismo de autojustificación”.
Orlov admite que “la escalera y la naturaleza de las sanciones son muy significativas. Pero de momento tienen un impacto condicionado en la mayoría de la población. En primer puesto, correcto a la política de compensación efectiva de las autoridades rusas (reorientación de los flujos de exportación, dinámica de los tipos de interés, política cambiaria de divisas, política de crédito, promoción de sustitución de importaciones, compensación para los más desprotegidos). Y una gran parte de la población, por diferentes circunstancias, no está involucrada en las relaciones económicas afectadas por las sanciones”.
La salida de las empresas internacionales no ha afectado por el momento al empleo. Sí se teme que en el futuro deje en el paro a 350.000 personas. Según un estudio del Centro de Ampliación Táctico de Moscú, la peor parte se la pueden aguantar las regiones cuya caudal descansa en la industria, correcto a la error de componentes de importación. Las más afectadas serán Kurgán (estimación del 12,5% de paro), Komi (12,3%) y Karelia (11,8%). Las grandes ciudades, como Moscú y San Petersburgo, donde manda el sector servicios, no superarán el 5%-6%.
Las sanciones escalonadas desde el 2014 prepararon al Kremlin para las presiones actuales
De momento, el paro no deja sonada a Rusia. Según el número publicado esta semana por la agencia federal de estadística Rosstat, en mayo alcanzó su minúsculo histórico, con un 3,9%. Y el Lado Central ha mejorado sus previsiones sobre la caída del PIB para el 2022: 7,5% en vez del 9,2% mencionado.
Uno de los motivos por los que las sanciones están de momento mordiendo en hueso es que Rusia ya estaba sobre aviso desde el 2014, cuando comenzaron a llegarle sanciones de forma escalonada tras la anexión de Crimea. “Nos hemos preparado seriamente y con anticipación, por lo que en esencia [estas sanciones] eran predecibles”, dijo ya en febrero el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. Si Ucrania aprovechó ese tiempo para modificar y alentar su ejército, Rusia hizo lo mismo con, entre otras cosas, su sector financiero, creando un sistema de pagos internacionales posible al Swift.
Si Putin no previó la resistor ucraniana a su campaña marcial y la respuesta occidental de apoyo al Gobierno de Kyiv, los países occidentales siquiera tuvieron en cuenta la capacidad de encajar los golpes de la caudal y la sociedad rusas. “Es muy probable que los gobernantes occidentales creyesen que Moscú trataría de evitar un aumento de sanciones con acuerdos informales. Pero eso no sucedió. Hubo una predicción incorrecta de la reacción rusa y no trajo los frutos que esperaban. Obviamente, por ejemplo, no fue posible influir con las sanciones de guisa significativa en el rumbo de la operación marcial particular ”, apunta Orlov.
Rusia vende menos petróleo a Europa, pero lo compensa con Asia
Pero lo que está permitiendo a Putin mantenerse en pie es, como no podía ser de otra forma, lo de siempre: el petróleo. Moscú ha redirigido la liquidación del principal medio ambiente de sus presupuestos cerca de Asia y sus socios de los países Brics (Brasil, India, China y Sudáfrica, encima de la propia Rusia). Si no hay fabricantes de vehículos occidentales, pues Rusia acogerá coches chinos; si el comercio occidental cierra, serán sustituidos por cadenas comerciales indias, dijo Putin a finales de junio al intervenir por videoconferencia en la cumbre de estos cinco países en Pekín.
Según la Agencia Internacional de la Energía, en los cinco primeros meses del año los clientes europeos dejaron de comprar 554.000 barriles diarios. Pero los asiáticos, especialmente India y China, importaron 503.000 barriles más al día. Por otra parte, cuando China salga finalmente de la crisis del coronavirus podría impresionar al millón de barriles por día, según J.P. Morgan.
No se puede asegurar que el dribling ruso haya sido inesperado, puesto que cada vez que había un encontronazo político o financiero con la Unión Europea, Rusia hacía gestos de que podría girarse cerca de China. Como consecuencia de todo ello, el Gobierno ruso ha anunciado un superávit en sus presupuestos de 26.000 millones de dólares.
¿Qué sucederá cuando, finalmente, las sanciones golpeen de verdad a Rusia? No hay que esperar ni que quede noqueada ni que los rusos salgan a manifestarse contra el Kremlin, dicen los expertos. “La parálisis de la sociedad, determinada por la movilización del poder, la propaganda y la exterminio de las fuerzas de la examen política, da a las autoridades rusas la oportunidad de continuar con la operación marcial ”, explica Shevtsova.
Así que no hay falta sorprendente en que la maquinaria económica rusa siga en marcha. El fabricante de automóviles AvtoVAZ sacó en junio su nuevo maniquí Lada Granta, al que ya se ha falsificado “coche antisanciones”. Ha llegado al mercado a un precio asequible, pero como no han podido importar todos los componentes, no lleva airbag, según el viceprimer ministro Yuri Borísov, para proseguir los puestos de trabajo y evitar la inactividad de las fábricas. “No pasa falta, estamos acostumbrados”, es la respuesta de los rusos, que muestra, más que resignación, entereza. Con este panorama, Putin puede terminar ganando a los puntos.
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