Bruselas lleva a Hungría al TJUE por discriminar a los homosexuales

El enfrentamiento entre Bruselas y Hungría sobre la ley que limita la difusión de contenidos relacionados con la orientación sexual o el cambio de sexo entre menores se resolverá en el Tribunal de Honradez de la Unión Europea (TJUE).

Exactamente un año luego de aconsejar por primera vez a Budapest por el carácter homófobo de esta ley, definida oficialmente como una medida contra la pedofilia, la Comisión Europea elevó ayer el caso a Luxemburgo, sede de las instituciones judiciales de la UE. “En Europa no hay sitio para la discriminación de la muchedumbre por su orientación sexual o identidad de sexo”, dijo en un comunicado.

La Comisión Europea actúa además contra Budapest por silenciar a Klubradio, la emisora crítica con el Gobierno

Bruselas considera que la ley húngara, que prohíbe la difusión de contenidos que “promuevan o reflejen” cuestiones como la homosexualidad y las “divergencias en la identidad personal respecto al sexo de origen”, entre menores de 18 abriles, viola la Carta Europea de Derechos Fundamentales y la directivas de servicios audiovisuales, entre otras.

“La protección de la infancia es una prioridad absoluta para la UE y los estados miembros” pero la ley húngara contiene fundamentos “no justificados” o “desproporcionados”, sostiene la Comisión, que en diciembre dio dos meses al gobierno de Viktor Orbán para modificar la ley y adecuarla al derecho europeo. Enrocado en su argumento de que Bruselas se extralimita en sus competencias, este se ha inepto a mover ficha.

“La defensa de los menores y consolidar su incremento pudoroso adecuado es una competencia de los países miembros”, afirmó la ministra húngara de Honradez, Judit Varga, que niega que la UE tenga poco que proponer sobre lo que presenta como “el cambio de los títulos que forman parte de la identidad doméstico”. Mientras Polonia, que además fue apercibida hace un año por la designación de “zonas libres de gays”, dio en seguida marcha antes, Hungría se ha inepto a tocar su ley.

Además ha viejo en los tribunales europeos otro de los pulsos más duros entre Bruselas y Budapest de los últimos abriles, relativo a la independencia de prensa. En este caso, se debe a la no renovación de la inmoralidad a uno de los pocos medios críticos con el poder, la emisora Klubradio, luego de una decenio de hostigamiento. La intrepidez se ha tomado “sobre una colchoneta en gran medida cuestionable”, sostiene Bruselas, que acusa al Gobierno húngaro de violar el código europeo de comunicaciones electrónicas que obliga a asignar las licencias mediante criterios “objetivos, transparentes y no discriminatorios” así como la Carta Europea de Derechos Humanos, que protege la independencia de prensa.

Además en este caso, Budapest ha ignorado las peticiones de Bruselas de revisar su intrepidez sobre esta emisora progresista, que en los últimos abriles ya había ido perdiendo todas sus licencias de lanzamiento fuera de Budapest. Finalmente, serán los jueces europeos quienes intervengan.

Bruselas, que esta semana admitió que los problemas con el Estado de derecho en Hungría y Polonia han corto la categoría de “sistémicos”, dio ayer un ultimátum a Varsovia sobre la reforma de su Tribunal Constitucional, que le sigue pareciendo insuficiente para certificar la independencia jurídico. Polonia tiene decenas de sentencias del TJUE pendientes de cumplimiento.

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