Catalunya, la OTAN... y el teatro Borràs

Hace 34 primaveras, en junio de 1988, Pasqual Maragall efectuó gestiones delante el gobierno de los Estados Unidos para que los buques de la VI Flota volviesen a fondear en el puerto de Barcelona. La Navy había suspendido las escalas en Barcelona a posteriori de un atentado con granadas de mano contra un club recreativo de la United States Organizations (USO) en la plaza de Medinaceli, a consecuencias del cual murió un marinero norteamericano. La autoría del atentado no llegó a ser esclarecida, aunque algunas pistas apuntaban al Líbano. El corregidor pidió al embajador Reginald Bartholomew que Estados Unidos levantase el veto con miras a los Juegos Olímpicos de 1992. La promoción de Barcelona delante el sabido norteamericano fue en aquellos primaveras una de las prioridades de Maragall y su equipo. Lo consiguieron, con creces.

En febrero del 2003, Jordi Pujol viajó a Estados Unidos en la recta final de su espléndido mandato. El líder nacionalista catalán quería concluir sus veintitrés primaveras en la presidencia de la Generalitat con un aspecto reparador. Deseaba disculparse delante algunos interlocutores norteamericanos por la porte de su partido durante la campaña del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN. Marzo del 1986. El voto película había yeguada en Catalunya con el apoyo silente de Convergència, promotora de una eficaz campaña boca-oreja para colocar a Felipe González en minoría. Se trataba de dejar claro que los socialistas no eran hegemónicos en Catalunya aunque ganasen las elecciones generales y gobernasen en los municipios más grandes.

El puerto de Barcelona es hoy el principal receptor de gas norteamericano en la Europa del Sur

En pleno alucinación de reparación a Estados Unidos, a Pujol se le pusieron los fanales como platos cuando supo que su conseller en cap, Artur Mas, estaba dispuesto a participar en la magna manifestación que se preparaba en Barcelona contra la inminente invasión de Irak, con Pasqual Maragall en primera radio. [La marcha pacifista del 15 de febrero del 2003 fue una de las manifestaciones más grandes que se han registrado jamás en  la capital catalana y abrió un largo ciclo de movilizaciones en la calle, encabezadas años más tarde por el independentismo].

Al Maragall del 2003, solicitante a la presidencia de la Generalitat, le continuaban agradando los turistas norteamericanos en Barcelona, pero ahora además le interesaba mucho el voto de los jóvenes pacifistas. Artur Mas no quería perder las elecciones catalanas delante Maragall y la almohadilla tradicional convergente no era muy entusiasta del dúo Bush-Aznar con los pies sobre la mesa en un rancho de Texas.

Vistas del puerto de Barcelona, containers, muelles de carga, muelle de inflamables, cruceros...

Vistas del puerto de Barcelona, containers, muelles de carga, terminal de inflamables, cruceros...

Llibert Teixidó

Primaveras más tarde, en el 2016, retirado Maragall y derrotados los socialistas en Catalunya, el presidente de la Generalitat Artur Mas, personaje poco habituado a perder, manifestó cierto entusiasmo por la corriente disruptiva que llegaba del mundo anglosajón. Neocatecumenales del independentismo, los convergentes no aplaudían públicamente la signo del Brexit y del trumpismo, pero les gustaba la música: un mundo disruptivo podía incluir la independencia de Catalunya. [Ni los capitanes del Brexit, ni la Administración Trump mostraron un interés especial por el independentismo catalán]. Fue en esa época cuando algunos exponentes de CDC empezaron a correr a Moscú, guiados por la Confederación Boreal italiana.

De nuevo, el panorama vuelve a cambiar. Barcelona se está convirtiendo en un importante nodo importante de la Alianza Atlántica. Los últimos datos de tráfico comercial certifican que el puerto barcelonés es hoy el principal receptor de gas licuado norteamericano en la Europa del sur delante las intermitencias del gas ruso. En un futuro próximo, Barcelona puede surtir dos importantes gasoductos: el Midcat (conexión de stop calibre con Francia) y una conducción submarina rumbo a Italia.

Una de las primeras dirigentes del ámbito nacionalista que han capto el cambio de agujas ha sido la consejera de Acció Foráneo de la Generalitat, Victòria Alsina, gen convergente de toda la vida, atlantista confesa. Vuelven los patrones clásicos.

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Borràs fogosidad "jueces hipócritas" a los miembros de la Mesa del Parlament que la han suspendido

Son notas de contexto, avíos para ubicar el división que ocupa la mala obra de teatro interpretada ayer por Laura Borràs en el Parlament de Catalunya: la marginalidad.

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