Emmanuel Macron dio ayer un paso más, muy polémico, para rehabilitar al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, en la secuencia internacional. El presidente francés invitó a su huésped árabe a una “cena de trabajo” en el Elíseo, una deferencia que indignó a las organizaciones proderechos humanos y a parte de la examen.
Considerado –incluso por la propia CIA estadounidense– como el instigador del atroz crimen y descuartizamiento del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado del reino wahabita en Estambul, en el 2018, Bin Salman fue tratado durante varios abriles como un auténtico paria, como un contagiado a quien nadie en Poniente quería acercarse. Pero poco a poco la realpolitik , el cínico pragmatismo en las relaciones internacionales, se ha impuesto. La crisis energética completo derivada de la invasión rusa de Ucrania ha ayudado al príncipe saudí. No en vano es el hombre musculoso de un país que, por sus gigantescas reservas de petróleo y su flexible capacidad de producción, actúa desde siempre como eficaz válvula reguladora del precio del crudo.
Macron ya se entrevistó con el príncipe saudí en Yida en diciembre pasado, y hace dos semanas lo hizo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Pero recibirlo en París y cenar con él tiene un significado peculiar. Resulta en extremo engorroso para la nación que tanto se enorgullece de ser la nación de los derechos humanos.
“Estoy escandalizada e indignada de que Emmanuel Macron reciba con todos los honores al mortificación de mi prometido”, tuiteó Hatice Cengiz, la mujer turca con la que Khashoggi iba a casarse. La entrevista, con espeluznante final, al consulado de Estambul fue precisamente para realizar trámites para la boda. Según Cengiz la realpolitik forzada por los precios energéticos “no puede testimoniar que se absuelva al responsable de la política saudí con los opositores políticos, que lleva a su crimen, como fue el caso de Jamal”.
El presidente francés habló con el huésped de Arabia Saudí sobre derechos humanos, según el Elíseo
Dos oenegés, Trial International y Democracy for the Arab World (DAWN), creada por Khashoggi tres meses antiguamente de caducar, presentaron ayer querellas criminales en París contra Bin Salman por presunta complicidad en torturas y desaparición forzosa. Luego se añadió la fundación Open Society Initiative.
Los querellantes sostienen que el príncipe saudí no disfruta de inmunidad en Francia porque no es un superior de Estado. Sin retención, fuentes del Elíseo indicaron lo contrario. Desde la presidencia de la República francesa se dijo, de forma muy genérica y en insinuación además a Bin Salman, que los líderes extranjeros de entrevista oficial gozan de inmunidad penal e inviolabilidad.
Las mismas fuentes del Elíseo insistieron en que Macron evocaría con el príncipe las cuestiones de derechos humanos “en términos generales y además en casos concretos”, “de la modo más eficaz posible”.
Acosado por las críticas y las duras preguntas de la prensa, el entorno de Macron utilizó los mismos argumentos que en otras ocasiones. El Elíseo subrayó que “susurrar con todos los actores de la región (Oriente Medio) es una condición sine qua non para avanzar”. “Es la única modo de poder tener peso”, agregaron desde el palacio presidencial.
La entrevista contribuye a rehabilitar a un líder tratado como un paria tras el crimen de Jamal Khashoggi
El razonamiento oficial que justifica la presencia de Bin Salman es que Macron, en las últimas semanas, se ha entrevistado con los principales protagonistas de Oriente Medio, como los presidentes de Egipto y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el primer ministro israelí y el líder de la Autoridad Doméstico Palestina, entre otros, adicionalmente de susurrar por teléfono con el presidente de Irán. El príncipe Bin Salman era, pues, un interlocutor ineludible, transmitido el peso y la influencia de su país.
En la dietario del conversación entre Macron y el heredero saudí, que es además viceprimer ministro y ministro de Defensa, figuraba, adicionalmente del precio del petróleo, temas regionales muy delicados como la combate de Yemen –con gran protagonismo saudí–, la lucha contra el terrorismo, la situación en Siria, Irak y Líbano, y la logística delante Irán para impedir que se dote del arsenal nuclear. Las relaciones económicas bilaterales fueron abordadas asimismo en la cena. En Francia interesan las compras de armas y las inversiones de los fondos soberanos saudíes. Para las autoridades de Riad es importante atraer a socios para su transformación económica de cara a un futuro sin hidrocarburos y en concreto para el explicación de Neom, una megaciudad en el desierto, avaricioso tesina futurista.
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