Se dirá que los mercados bursátiles cotizaron temporalmente una hipotética recesión, aunque creo que en efectividad solo la semicotizaron. En este mes, los volúmenes negociados han sido siempre muy bajos, escasamente significativos.
Adicionalmente, las volatilidades se han situado en zonas muy moderadas, en torno al nivel 30, muy inferiores a los niveles problemáticos que superan los 50. Por si fuera poco, múltiples empresas han acelerado sus programas de recompra de acciones y muchos ejecutivos han adquirido acciones de sus empresas.
Quien piense que la demanda aflojará luego del verano debería observar que seis meses de relativa normalidad no son suficientes para compensar a los consumidores de dos abriles de pandemia, y que en Asia existen aún muchas restricciones en curso que remitirán acordado en los próximos meses. Igualmente, las tasas de paro, muy correlacionadas con el consumo, están en zonas de mínimos de las últimas décadas tanto en la zona euro como en EE.UU. Del investigación de la ofrecimiento monetaria se desprende que la cantidad de peculio en manos del sabido sigue estando en máximos. En otras palabras, los consumidores hoy quieren y pueden.
Quien crea que la inflación persistirá mucho tiempo en los actuales niveles observará como irá descendiendo sin remedio. Las materias primas alcanzaron sus precios máximos a principios de mayo, y desde entonces han bajado hasta situarse en niveles preguerra. La normalización de inventarios de las empresas y el propósito almohadilla harán el resto. Los tipos de interés, en su subida, no sobrepasarán los niveles de una mera normalización de tipos del 3,5%.
¿Y los beneficios empresariales? Más que buenos. Pasen y vean, el espectáculo acaba de comenzar.
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