Ayman al Zauahiri era lo que en el mundo de la cómicos anglosajona se conoce como un has-been, determinado que fue alto en el pasado y al final quedó en poca cosa. La comparación puede parecer odiosa tratándose de uno de los mayores terroristas del mundo, pero se aviene porque Al Zauahiri, que siempre apareció como actor secundario al costado de Osama bin Laden, pudo ser la fortuna de la yihad mundial cuando este fue asesinado por Barack Obama, y sin retención se vio superado por un intruso, Abu Bakr el Bagdadí, líder del Estado Islámico. Su ordenamiento, Al Qaeda, quedó relegada a un segundo plano y todavía hoy hay dudas de si goza de mejor sanidad que su dirigente en los últimos tiempos, pues ya en noviembre del 2020 se dijo que Al Zauahirí había muerto de enfermedad.
Miembro de la cofradía de los Hermanos Musulmanes en Egipto, el fresco Ayman al Zauahiri es detenido tras el crimen del presidente Anuar el Sadat en 1981 y pasa tres abriles en la calabozo. Se muda a Arabia Saudí, a Pakistán –etapa en la que conoce a Osama bin Laden, entonces en la paga de Washington en la lucha contra los soviéticos en Afganistán– y a Sudán, que será igualmente refugio del saudí. Obligados entreambos a mudarse a Afganistán, para entonces los hombres de Al Zauahiri en Egipto han dejado ríos de crimen, desde el fallido atentado contra Hosni Mubarak en Adis Abeba en 1995 a la matanza de 58 turistas suizos en Luxor en 1997.
El decadencia de Al Qaeda se hizo del todo documento en el 2012, tras la crimen deOsama bin Laden
El 23 de febrero de 1998, Bin Laden anuncia la creación del Frente Islámico Internacional contra los cruzados y los sionistas. Bin Laden es un tipo carismático; Al Zauahiri es su lugarteniente plomizo: sin retención, se cree que es en efectividad el cerebro de la ordenamiento que se conocerá como Al Qaeda, “la saco” (en origen, una oficina de quinta). Esta iniciativa significa que se pasa de combatir a los regímenes musulmanes corruptos a hacerlo contra su patrocinador, Estados Unidos, el “enemigo mañana”. Los atentados del 11-S serán la máxima expresión de la doctrina Al Zauahiri.
En el invierno del 2001, un dictamen de coordinación entre el Pentágono y la CIA impide matar a Bin Laden y Al Zauahiri en las montañas de Tora Bora (Afganistán). Cabal cinco abriles luego, cuando EE.UU. desarrolla una campaña de ataques con drones en Afganistán, Irak o Pakistán, Al Zauahiri es localizado en una pueblo de la zona tribal pakistaní: el cohete rotura por poco, aunque mata a cinco miembros de Al Qaeda y varios civiles. Son los dos casos mejor conocidos de intentos de rematar con los líderes terroristas.
Al Zauahiri empieza a perder su ascendiente durante la lucha en Irak contra el invasor norteamericano. Reprocha al líder almacén de Al Qaeda, Abu Musab al Zarqaui, que haga la aniquilamiento a los chiíes, pero este no le hace caso. Al Zauahiri no sabe o no puede suturar en el seno de la yihad esa gran fractura entre suníes y chiíes.
El decadencia de Al Qaeda se hizo del todo documento en el 2012, tras el crimen de Bin Laden. El recién creado Estado Islámico en Irak y su líder, Abu Bakr al Bagdadi, se niegan a testimoniar cumplimiento al sucesor y acusarán a Al Zahuahiri de querer ayudar la división –herencia colonial– entre Siria e Irak. El Estado Islámico (EI) emergerá como el cabecilla de la yihad mundial que promete el califato aquí y ahora, cosa que Al Qaeda ni se plantea. Encima, si el líder de Al Qaeda al punto que emite mensajes al foráneo, el EI practica con eficiencia todas las estrategias modernas de comunicación.
El regreso de Al Qaeda a Afganistán era manifiesto y claro desde el momento en que los talibanes retomaron el poder, hace calibrado un año. Al Zauahiri les hacía de asesor, según un mensaje fresco de la ONU. Se cree que uno de sus tres posibles sucesores es su yerno marroquí, Abdel Rahman el Magrebi, administrador de las sedes de Al Qaeda en Afganistán y Pakistán y director de la red de medios y propaganda de la ordenamiento, conocida como “la cirro”.
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