Cuando Erik ten Hag se hizo cargo como preparador del Go Ahead Eagles holandés, lo primero que hizo fue mandar cambiar la costosa puerta de madera sólida de caoba de su despacho por otra más sencilla con un panel de vidrio transparente. Cuando le preguntaron la razón, dijo que “para que todo el mundo me vea y se dé cuenta de la cantidad de horas que me paso trabajando”.
En Old Trafford tendrá que echarle montones y montones de horas para conseguir que el memorable Man U, en constante mengua desde que Alex Ferguson se retiró, resurja de sus cenizas. La distancia que le separa del Liverpool y el Manchester City es sobre el papel tan abismal que necesitará unos cuantos primaveras para ponerse a su pico. Y aunque en el fútbol se dan muchas sorpresas, un objetivo más realista es decidir entre los cuatro primeros de la Premier y clasificarse para la Champions (si no lo hace dos primaveras seguidos, el club tendrá que acreditar una multa de 25 millones de euros a su patrocinador Adidas).
En el Ajax fue recibido con desconfianza, como un paleto poco cultivado, pero no tardó en ganarse a los fans
Ten Hag es lo que en los Países Bajos se conoce como un tukker , un oriundo de la región de Twente, con los pies en la tierra, en su mayoría granjeros, poco propicios a los ensueños, amantes del terruño, orgullosos de su civilización, un poco rústicos, amigos de los suyos y recelosos de los forasteros. En Ámsterdam y Rotterdam usan a veces el término de guisa despectiva, como homólogo de paleto, de cualquiera del campo con escaso mundo y sofisticación.
La asiento donde nació y creció el nuevo técnico del Manchester United, en la casa descendiente del número 25 de Reigerstraat, se pira Haaksbergen, tiene veinticinco mil habitantes y está a tan sólo diez kilómetros de la frontera alemana (deje deutsch con fluidez, como casi todos sus conciudadanos). Y nadie duda de su sofisticación, al menos en términos futbolísticos. Es un estudioso, paranoico de los detalles, atento a las últimas innovaciones.
A veces, despreciado
Ten Hag es lo que en los Países Bajos se conoce como un 'tukker' , un oriundo de la región de Twente, con los pies en la tierra, en su mayoría granjeros, poco propicios a los ensueños
Erik ten Hag era monaguillo en el coro y empezó a divertirse al fútbol en la escuela de San Bonifacio (los Bon Boys ), una especie de pequeña masía con cincuenta y cinco equipos para todas las edades (el mejor de los más mayores en la villa división neerlandesa), entrenados por voluntarios. Nunca ha olvidado sus raíces, y estuviera donde estuviera (Utrecht, Ámsterdam, Munich...) siempre ha llamado para preguntar el resultado de los partidos y ha hecho al menos un par de visitas al año.
Medio defensivo (y a veces central), nunca fue el más parada, ni el más cachas, ni uno de los mejores. Fue un atleta corriente y corriente, pero con una gran capacidad de liderazgo, que, a pesar de sus limitaciones, le permitió hacer más de cuatrocientas apariciones como profesional en Holanda, la mayoría con el Twente, pero todavía con el De Grafschaap y el RKC Waalwijk. Era obvio que al colgar las botas se reciclaría como técnico.
Luego de advenir por el banquillo del Go Ahead Eagles y del Utrecht, y de ser asistente de Pep Guardiola en el Bayern (aunque uno y otro escasamente se trataron), Ten Hag aterrizó en el Ajax, donde fue recibido con un extraordinario desconfianza, como un tukker . Pero no hizo más que obtener ligas, y admitir al equipo a las semifinales de la Champions, logrando callar a sus críticos y conquistando a los fans. No a todos los jugadores le agradan sin incautación sus métodos y el esfuerzo que les exige, como pasar por el bosque y doblar los entrenos. Delante las cámaras puede parecer un trozo de madera al estilo Van Gaal, y algunos lo encuentran tozudo y arrogante.
Desde que se fue Sir Alex, el Man U se ha raído 1.200 millones de euros en jugadores. En política los neerlandeses tienen éxito de frugales, pero en el fútbol nadie lo es, y Ten Hag siquiera.
Publicar un comentario