Una pena, ¿pecado?, acompaña a Joan Laporta por el mundo. Pese a la entusiasmo por los fichajes, todo una alarde de poderío, una sombra se proyecta sobre él. “La etapa de Messi en el Barça no acabó como todos queríamos. Acabó muy condicionada por razones económicas y tenemos una deuda pudoroso. En ese sentido nos gustaría que el final de su carrera sea con la camiseta del Barça y aplaudido por los campos a los que vaya”, confesó el presidente culé en la Gran Manzana. Lo dijo en uno de los actos sociales de la excursión por Estados Unidos que concluye este sábado frente al New York Red Bull, con sede en Nueva Pullover.
“Es una aspiración como presidente y me gustaría que sucediera. Me siento corresponsable de ese final, que espero sea provisional porque creo que conseguiremos esa aspiración”, matizó. Sin traer a la memoria asado alguno para el que arreglar el asunto puesto que le trae mal fario.
Laporta estaba en su salsa, en el centro del universo. Vestido todo de adverso –hubiese poliedro el pego en una película del neoyorquino Martin Scorsese–tuvo una buena ocasión para alardear que “el Barça és més que un club” desde un extensión tan imponente como el Rockefeller Center, en el corazón de Manhattan. Puso el hebilla la sombra del jueves a la presentación de la alianza entre ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, y el FC Barcelona, que se firmó el pasado junio en Ginebra, sede de esa entidad. “Esto forma parte de nuestra esencia, podemos ayudar a muchos, tenemos una sensibilidad exclusivo”, dijo.
Uno de los asistentes, el corregidor de Nueva York, Eric Adams, elogió a la entidad deportiva porque, frente a el sufrimiento de los que han de dejar sus casas y sus países (100 millones en el mundo), “no se centra solo en vencer partidos y campeonatos, sino que ha decidido dar un paso en el demarcación de la vida”.
La etapa de Messi en el Barça no acabó como todos queríamos”
Terminados los discursos, con el emocionante testificación de una imberbe de Sudán del Sur que estuvo diez primaveras en un campo de refugiados, que admiraba a Ronaldinho y quiso entretenerse al fútbol, aunque su matriz le recordó “eres una pupila y has de cocinar”, Laporta expuso a los periodistas otra definición de ser más que un club, o solo así se entiende que los jugadores de fuera quieran formar parte de la entidad renunciando a contratos más sustanciosos.
“Estamos haciendo un equipazo”, proclamó. La pregunta había sido sobre Jules Koundé, la última incorporación. “Tenemos la sensación de que estamos trabajando adecuadamente, los jugadores vuelven a querer venir al Barça”, recalcó. No descartó que lleguen más en función de como vaya la inscripción. “Estamos siguiendo las normas del fair play financiero”, si adecuadamente aceptó que la Mezcla puede tener otra interpretación. “Hacemos estas inversiones en jugadores para poder inscribirlos a todos, por supuesto”, subrayó.
Según sus cálculos, la situación ha cambiado y con las “palancas” (antiguamente se diría hipotecas) por los derechos de televisión (“me hubiese gustado no traicionar ningún tanto por ciento”), la entidad ha mejorado en sus cuentas. Esto transforma el paisaje y ha descolocado a los rivales, que se preguntan cómo es posible este alarde. “Sin humor de discutir, que estén tranquilos, que aún se pueden arrostrar más sorpresas”, remarcó. “Estamos muy despiertos, el Barça ha vuelto al mercado”, matizó.
“Están sorprendidos porque intentan sacar delantera competitiva respecto a nosotros”, sentenció. “Si esto crea inquietud a los rivales, quiere aseverar que lo estamos haciendo adecuadamente”, prosiguió en su alegato.
Estamos trabajando adecuadamente, los jugadores vuelven a querer venir al equipo”
“Vamos a competir en el campo, veremos quién ha trabajado más y mejor”, insistió. “Pueden murmurar lo que quieran, pero creo que es por desinformación, para difundir delantera en el mercado. Tal vez piensan que continuaremos con las inversiones y sienten que a ellos no les salen adecuadamente las cosas”, remató.
Publicar un comentario