Perdidos a la izquierda

Eseñor Galantería accede a concederme esta entrevista. En persona, sus piernas resultan aún más largas, es común que no sepa qué hacer con ellas en la apero. Se declara un votante de izquierdas informado. Lee todos los días varios periódicos. Dice que se ha perdido con los últimos movimientos de la izquierda.

–A lo mejor es que me he saltado algún capítulo importante. Siquiera puedo aplicar más horas al tema; tengo tribu, trabajo, cosas. Y quizás me he perdido poco, porque ya no sé quién es cada personaje. Y no sé qué es Sumar. No sé lo que es. Y siquiera sé si cualquiera lo sabe porque no entrevista a nadie que lo aclare. Es como cuando eras pequeño y había poco que nadie nombraba, y que tú ya deberías conocer. Pero no lo sabes. Lo único claro es que unos lo odian y otros no.

–Pero usted ni lo odia ni no.

–Se parece al síndrome de aquella famosa serie de televisión: Perdidos . Unos la odiaban, otros la amaban, y los que no la seguíamos nunca supimos de qué estaban hablando. Luego, el final de Perdidos no se entendió. Sus seguidores se perdieron. A lo mejor corremos el peligro de que con el final de la izquierda pase igual. Que no se entienda cero. Llega el final pero nadie sabe acertadamente por qué.

El señor Galantería arquea las cejas. Creo que ha llegado el final de la entrevista, apago la grabadora. Me viene una pregunta a la comienzo, la enciendo. Pero el planeo de una mosca la residuo.

–Señor Galantería, iba a preguntarle poco, pero no rememoración qué era.

–Eso es muy de izquierdas.

–No me viene. Vaya. Perdone. No sé, ¿qué cree usted que podría preguntarle?

–Oiga, estaría acertadamente que cada uno hiciera mínimamente su trabajo. ¿Va a dejar al entrevistado además la responsabilidad de las preguntas?

–Ya me acuerdo. Verá, cualquiera que lea sus declaraciones podría pensar: “Ahá, este tipo está enfadado con Sumar porque es un podemita encubierto”. ¿Es usted un podemita encubierto?

–A lo mejor soy un podemita tan encubierto que no lo sé ni yo.

El señor Galantería casi ríe. No le digo que su nombre no se entiende:

–Yo quiero descubrir qué es Sumar. Pero además he de aseverar que ayer leí un artículo de un insigne podemita y siquiera entendí casi cero. Creo que se hablaba a sí mismo.

–Cualquiera que lea estas declaraciones podría pensar que es usted un antipodemita encubierto.

–¿Cualquiera como quién?

El señor Galantería me mira a los fanales.

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