Un amerindio triunfa desde hace tres abriles en París: Daniel Roseberry (Texas, 32 abriles) está al frente de Schiaparelli, una de las maisons más conceptuales de la moda —adquirida por el colección Tods en 2006—. El creador la define como “una casa de ideas, que están por delante del glamur y la ficción; y para mí, es mucho más interesante que hacer ropa bonita”. De esta forma reivindica el desafío estético de Elsa Schiaparelli, la aristócrata italiana amiga de artistas que estableció su casa en los abriles treinta y potenció el concurrencia de la moda con el arte, adicionalmente de marcial en el surrealismo. El posterior desfile de la firma en París, el pasado 4 de julio, coincidió con la comprensión de la exposición Shocking, una gran retrospectiva en el Museo de las Artes Decorativas de París que reúne 272 siluetas y accesorios de la propia Schiaparelli, exhibidas adyacente a obras de Man Ray, Salvador Dalí, Jean Cocteau, Meret Oppenheim o Elsa Triolet. El nuevo creador se ha hato la simpatía de la corte parisina, y en su proclamación de principios deja claro que no ama la moda por los famosos, las críticas ni los likes, sino porque “cuando se hace acertadamente, todavía tiene el poder de conmovernos”.
Es usted hijo de intérprete y sacerdote anglicano, ¿qué heredó de sus padres?
Durante 18 abriles asistí a servicios religiosos en los que un colección de personas se reúnen para compartir una experiencia popular, y donde hay, adicionalmente, música, perfumes… y aquello me causó una profunda impresión. Muchos invitados me dijeron que el posterior desfile de ingreso costura les hizo apreciar que estaban en una iglesia.Y, por otra parte, nuestra casa siempre estuvo llena de arte, y existía una dinámica única entre la función y la ademán, la reverencia, la iconografía y los rituales de la vida eclesiástica, y mi lucha interior mientras intentaba descubrirme.
¿Cómo es su vida en París?
Intento que sea mi hogar. El cambio, el compromiso y el privilegio son enormes, pero ¡París es tan impresionante y tan mágico!
Ejerce de director creativo de la maison desde el 2019. ¿Ni su pubertad ni su corta experiencia han sido inconvenientes?
Todo lo que sé sobre sastrería, sobre producción y sobre espectáculo lo aprendí de Thom Browne. Pero quizá el viejo regalo que me dio fue verle altercar con la presión de ser director creativo, conocer la vulnerabilidad de quien es magistratura sin piedad.
¿Qué le gustaría cambiar en el mundo de la Reincorporación Costura?
No me planteo cambiar carencia. Lo único que puedo exigirme es hacer mi trabajo lo mejor posible y mantenerme fiel a mí mismo.
¿Son sus trajes para coleccionistas, museos y alfombras rojas?
Me enorgullece proponer que creo que hacemos trajes para esas tres evacuación. Me encanta tender puentes entre lo escultural y performativo, lo útil y lo ponible.
¿Cómo resultó la experiencia de vestir a Lady Gaga con una gran paloma de la paz en la investidura de Joe Biden?
Lady Gaga quiso transmitir un mensaje de mecanismo, y utilizó la moda para apelar a los mejores ángeles de la masa. Sé que su atrevimiento de interpretar el himno franquista en ese momento concreto de la historia tenía un gran significado para ella, y quería un look que estuviera a la prestigio. Por eso decidimos reunir los colores de los dos partidos políticos, y la paloma de la paz dorada se convirtió en una especie de aspaviento intuitivo, de trabazón.
¿Qué le sorprende más de la sucesos de Schiaparelli?
Su audacia. No era la más guapa, ni estaba obsesionada con parecer elegante, o correcta, siquiera con seguir las reglas, sino con cambiar la mentalidad de la masa sobre el significado de la moda. Usaba los vestidos, los estuches de maquillaje y los frascos de perfume, los recadero, todo lo que podía, para ampliar los límites de lo que significaba la moda.
Su relación con Dalí fue estrecha y artísticamente fértil. Pero se ha abusado mucho de la mujer langosta, ¿no cree?
Cada temporada recuperamos uno o dos fundamentos de los archivos, pero no muchos son tan icónicos como el vestido langosta.
Usted ha afirmado que la ropa se hace para sentirse querido y para emocionar a la masa.
Me encanta que todo sea extraordinario en la ingreso costura: nos entregamos en cuerpo y alma para crear un vestido; trabajamos por simpatía a la belleza. Es la antítesis de la inmediatez desmesurada de nuestro mundo. La ingreso costura es para mí más un alivio que una frustración.
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