Las ganas de diversión tras la pandemia ha disparado el consumo de MDMA, más popularmente conocido como éxtasis. Según el Ocupación de Sanidad, más de 750.000 personas consumieron este narcótico en España el año pasado, sobre todo personas entre los 15 y los 34 primaveras.
Y eso a pesar de que esta droga, derivada de la metanfetamina, y sus bienes son viejos
conocidos, pues protagonizaron los peores viajes por la ruta del bakalao, en los primaveras ochenta del siglo pasado.
Los expertos alertan de que entre sus bienes negativos están la posibilidad de desarrollar una depresión crónica, apatía, desgana, problemas para acostarse, deseo vehemente de consumir la droga y ansiedad.
Encima, su consumo está conexo incluso al de bebida, en el que se disuelven los cristales, y suele ser la puerta de entrada a otras drogas, en examen de emociones más fuertes cuando las que proporciona la MDMA ya no bastan. Es frecuente querer liberarse de los rigores que nos ha impuesto la pandemia, pero sin duda este no es el camino.
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