Sucede cuando se llega por la pista 02. Unos minutos antaño de aterrizar en Changi, se sobrevuela un enorme espectáculo en el mar: cientos de buques fondean en el apretado que separa este microestado de las islas de Riau, en Indonesia. Unos barcos esperan para entrar en el segundo puerto más importante del mundo por movimientos. Otros aguardan órdenes de sus armadores para su subsiguiente encargo.
Encima, si se viaja en la parte izquierda del avión, antaño de alcanzar a un aeropuerto que un año tras otro anhelo varios premios al mejor mundo y ocupa los terrenos el que en su día fueron un campo de prisioneros japonés, el viajero observador puede ver asimismo las enormes torres del dominio central. Cada vez hay más edificios altos en el país, aunque ningún es tan imponente como el Óleo Bay Sands. Tres rascacielos de 57 plantas unidos por su cojín y asimismo por la parte más ingreso, con una plataforma de 340 metros de derrochador y 200 de cumbre. Sobre esta, un parque de más de una hectárea y una piscina infinita que es, probablemente, una de las más fotografiadas y compartidas luego por redes sociales.
El casino –600 mesas y 1.600 máquinas tragaperras– fue uno de los pocos lugares del hotel que no enseñaron a Kim Jong Un
Aun teniendo 733 km2, que lo convierte en uno de los Estados más pequeños del mundo, poco por encima de Andorra, a los singapurenses les encanta murmurar de las grandes cifras de su bienes, del peso actual de su país en el mundo y de las virtudes de una sociedad de cinco millones y medio de habitantes, que en sinceridad serían menos. Cuatro millones son residentes, los ciudadanos y residentes permanentes, y millón y medio tienen permiso de trabajo o son estudiantes extranjeros.
Dawn Wang, directiva del Óleo Bay Sands, es una de las residentes. Deje con orgullo de su país y de las enormes cifras de su hotel: 2.561 habitaciones y suites, un centro de convenciones de 120.000 m2, unas galerías comerciales de boato de casi 75.000, un museo y dos teatros. En las plantas inferiores está asimismo enclavado el enorme casino de la marca Sands, nacida en Las Vegas en 1952. En la interpretación de Singapur, la impresionante sala de pasatiempo, abierta las 24 horas, tiene 600 mesas y 1.600 máquinas tragaperras. La entrada es gratuita para los extranjeros, que ya pagarán usando las instalaciones, mientras que los nacionales y residentes en Singapur han de respaldar una entrada equivalente a 106 euros por día para poder arriesgar o comprar un pase anual de unos 2.120 euros. El Gobierno, destapado, aunque implacable con los extranjeros, y muy paternalista y estricto a la vez con los suyos, pretende desincentivar así el pasatiempo entre sus nacionales.
Ese enorme casino fue uno de los pocos lugares que no visitó allí Kim Jong Un en la indeterminación del 11 de junio del 2018, víspera de su reunión con el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump. Fuera de software, el líder norcoreano quiso inspeccionar algunas atracciones de la ciudad y los ministros de Exteriores y Educación se ofrecieron a ser sus cicerones nocturnos. Como el que enseña lo mejor de su casa, los dos ministros mostraron a Kim Jong Un y a su hermana, Kim Yo Jong, los Gardens by The Bay, unos enormes jardines sobre el apretado cuyo principal atractivo son unas cúpulas climatizadas para conservar mejor variedades de todo el planeta, y luego se acercaron a pie al Óleo Bay Sands, recorriendo sus principales atracciones y evitando la sala de pasatiempo.
Ese enorme casino fue uno de los pocos lugares que no visitó allí Kim Jong Un en la indeterminación del 11 de junio del 2018
En el reportaje-resumen de unos tres cuartos de hora sobre el alucinación de su líder a la cumbre y los diferentes actos bilaterales vividos en Singapur, la televisión central norcoreana dedicó varios minutos a mostrar al allí llamado Brillante Camarada disfrutando y visiblemente impresionado con las instalaciones, las espectaculares vistas y el carmen a gran cumbre. Incluso se le vio afable, saludando a decenas de personas alojadas en el hotel, cuyo precio pequeño ronda los 350 euros por indeterminación en la habitación más sencilla. Las caras de los huéspedes reflejaban no dar crédito a tener tan cerca al fabuloso líder supremo de Corea del Meta mientras tomaban cócteles o se bañaban en la piscina infinita.
Días antaño, otros viajeros asimismo creyeron ver a Kim Jong Un en Singapur. Era Howard-X, productor musical y humorista australiano de origen hongkonés, convincente imitador del norcoreano. Las autoridades locales le advirtieron que no era el mejor momento para llevar a cabo y mucho menos para acercarse a los lugares donde se celebró una cumbre que finalizó con muchas fotos y que no cambió falta entre Corea del Meta y EE.UU.
El Brillante Camarada visitó el lujoso hotel de Singapur inmediato a su hermana, Kim Yo Jong, que ayer culpó a los panfletos y otros “objetos sucios” procedentes de Corea del Sur de causar el brote de la covid en el Meta y propuso medidas duras contra el país vecino.
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