Luis García Montero (Obús, 1958), poeta, director del Instituto Cervantes, viudo de Almudena Grandes, reúne en un texto sus textos, desde teatro a poesía y prueba, rodeando de la figura de Prometeo, el gigante que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los humanos, sufriendo durante siglos la furia de las divinidades. En Prometeo (Manantial) García Montero se pregunta si la valentía del gigante mereció la pena, ataca la posmodernidad que ha sembrado el contorno para la bienes neoliberal y aboga por dar una segunda oportunidad a la Ilustración.
Las bombas de Putin
“La conflicto de Ucrania ha destruido lo que la pandemia significó para el tesina europeo”
Denuncia que la posmodernidad ha sido decisiva para el presente orden neoliberal. ¿Por qué?
La posmodernidad, que comenzó como una crítica a los fracasos de la modernidad, se convirtió en una invitación a las manos libres. La modernidad, muy orgullosa de sí misma, podía creer en verdades inmutables que escondían la legalización de la explotación, el machismo y el colonialismo. Ahí la conciencia crítica era muy necesaria. Pero si la conciencia crítica pasa de ser un cuestionamiento a un descrédito rotundo, se invita al final a la ley del más resistente: esto no tiene arreglo y manos libres para hacer lo que nos dé la apetito. Es la Norteamérica en la que triunfan las ideas sobre la deconstrucción de Derrida donde apetito Trump todavía. Y la idea de que las instituciones son malas y la verdadera voluntad es no tener instituciones. Cuando Trump asegura que lo suyo no son mentiras sino realidades alternativas pienso en una posmodernidad deconstructiva donde se cree que no existe verdad ninguna y la palabra no tiene fondo y todo depende de la reconstrucción que queramos hacer del contenido de la palabra.
¿El relativismo rotundo?
La civilización neoliberal ha buscado eso. El relativismo rotundo e incluso el aspecto placa de todo lo que no sea relativista. El todos son iguales no pasa sólo por afirmar que todos roban lo mismo sino que todos tienen unas ideas marcadas y nos someten a esas ideas sin respetar la relatividad del mundo, cada cual de acuerdo a sus intereses. Y lo que se acaba pagando es una preparación que es descreer en la navegación colectiva y en ideas e instituciones que amparen colectivamente el admisiblemente global.
Afirma que los neoliberales hablan de voluntad con el mismo impudor insoportable que los estalinistas hablaban del socialismo.
Hay muchedumbre que utiliza el concepto de voluntad con el mismo impudor que los estalinistas utilizaban la palabra socialismo para imponer su terror y obtener sus beneficios y sus formas de control. El socialismo es una idea muy respetable que comparto pero un socialismo que no quiere convivir con la voluntad acaba en tiranías horrorosas. Y una voluntad que no quiera convivir con mecanismos de igualdad acaba con el ruina de las mayorías que producen las ganancias desmesuradas de las élites, dinámica que produce miles de muertos. La ley del más resistente aplicada a la bienes genera terrores tan impúdicos como los que generó el estalinismo en nombre del socialismo.
Propugna recuperar la civilización ilustrada que la posmodernidad ha atacado. ¿Cómo?
Creo que habría que darle una segunda oportunidad a la razón y a la modernidad más que arruinar con ella. Hace yerro una conciencia crítica que ajuste cuentas con sus errores pero todavía una conciencia que sepa reivindicar sus títulos porque al ganancia de ellos queda la barbarie. De lo más profundo en la modernidad ha sido la separación entre la razón y el corazón. Las razones sin sentimientos acaban en la barbarie y al revés igual. Hacer un discurso que evite la menoscabo entre la razón y el corazón es fundamental. La razón ha fracasado, pero en nombre de sus fracasos hacerse cargo y exaltar los sentimientos patrióticos que someten a las banderas los derechos humanos me parece peligrosísimo. Los sentimientos han fracasado, pero distanciar la técnica y la ciencia de los sentimientos y la civilización humanista nos lleva a las armas de destrucción masiva y los campos de concentración.
¿Por qué cree que la pandemia ha arruinado con la posmodernidad, la ha enterrado?
Pensé eso pero la conflicto de Ucrania ha sido un jarro de agua fría. Pienso la modernidad de forma inseparable de la civilización europea y creo que esta respondió muy admisiblemente a la pandemia, entendió que la alternativa era colectiva y los países debían ayudarse entre sí. Y se tomó conciencia de Europa en las medidas europeas. Eso daba una oportunidad a los cuidados y a la idea de que lo que nos une no es la prepotencia sino el sentimiento de amor. Pero llega la conflicto de Ucrania, el siglo XXI envejece antaño de cumplir 22 abriles y no creo que Europa vaya a salir fortalecida. La solidaridad con Ucrania y la denuncia de Putin son fundamentales, pero lo que para el tesina europeo significó la pandemia saltó por los aires con los bombardeos de Putin porque han vuelto a someternos a los intereses norteamericanos. No creo que Europa deba estar al servicio de EE.UU., debe pensar su propio futuro.
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