En 1767, el conde de Aranda permite la celebración de bailes de máscaras, primero en Madrid y más tarde en Sevilla, Barcelona y Valencia. Uno de los primeros en celebrarse, precisamente en el teatro del Príncipe, fue objetivo del gran pintor Luis Paret y Alcázar. En la representación escenográfica del danza, advirtió por consiguiente una extraordinaria oportunidad para analizar el valencia del divertimento noctívago en la sociedad española que estaba absorbiendo el Rococó francés como la expresión más acabada de un estilo de vida que apuntalara el crecimiento de Madrid como caudal del Estado castellano.
En su esfuerzo por delimitar el distracción social, Paret se introduce en el entramado costumbrista que tanto fascinó a la buena sociedad y que tanto influirá en los cambios de conducta delante la vida española del postrero tercio del siglo XVIII. Pese a su inexperiencia (tenía veintiún abriles cuando lo pintó), este cuadro refleja impregnación de todos los cambios que se estaban produciendo en el mundo de la civilización música, teatral y de representación social en lo que se refiere a la vestimenta, los gestos o el satisfacción.
En 1767, el conde de Aranda permite la celebración de bailes de máscaras, primero en Madrid y más tarde en Sevilla, Barcelona y Valencia. Uno de los primeros en celebrarse, precisamente en el Teatro del Príncipe, fue objetivo del gran pintor Luis Paret y Alcázar. En la representación escenográfica del danza, advirtió por consiguiente una extraordinaria oportunidad para analizar el valencia del divertimento noctívago en la sociedad española que estaba absorbiendo el Rococó francés como la expresión más acabada de un estilo de vida que apuntalara el crecimiento de Madrid como caudal de España. 'Bailete en máscara'
En su esfuerzo por delimitar el distracción social, Paret se introduce en el entramado costumbrista que tanto fascinó a la buena sociedad y que tanto influirá en los cambios de conducta delante la vida española del postrero tercio del siglo XVIII. Pese a su inexperiencia (tenía veintiún abriles cuando pintó la obra), este cuadro refleja impregnación de todos los cambios que se estaban produciendo en el mundo de la civilización música, teatral y de representación social en lo que se refiere a la vestimenta, los gestos o el satisfacción.
Al desvelar las pasiones ocultas de una sociedad, Paret expresa sus propios sentimientos, emociones y pasiones. Precisamente por ello fue apartado de la corte primero, y luego obligado a un destierro en Puerto Rico que marcaría el futuro de este brillante pintor que se forjó en los tiempos en los que en España dominaba la titánica figura de Goya.
Luis Paret y Alcázar (1746-1799) fue un pintor castellano de la segunda centro del siglo XVIII vinculado a las grandes transformaciones artísticas que se produjeron en la corte de los Borbones, desde la aparición al trono de Carlos III para suceder a su hermanastro Fernando VI muerto sin descendencia en diciembre de 1759. Paret, con trece abriles, fue entre otros muchos, espectador interesado de un rey que cambiaría el satisfacción estético. Pronto descubrió que el nuevo rey matizaría el Rococó que tanto había afectado sus abriles formativos con el estilo neoclásico. Este cambio de estilo en la corte fue sostenido por Antón Rafael Meng, que llegó a Madrid a iniciativa de la Reina Amalia de Sajonia y culminado con la aparición de Giovanni Battista Tiépolo desde Venecia en calidad de muralista.
Ese condición de fusión de estilos marcó a Paret y le convirtió en un pintor extenso a muchas tendencias, de elegantes maneras en ristra con Watteau y Fragonard, pero con una personalidad propia. Su vida en los primeros pasos en la corte estuvo vinculada con el infante Luis de Borbón, el hermano pequeño del rey, al que atendía en todo lo referente al satisfacción social del momento, quizás de forma exagerada en lo que respecta a ciertas y escandalosas relaciones personales.
El rey le exilió a Puerto Rico y, aunque tres abriles posteriormente le levantó el castigo, no pudo acercarse a la corte, instalándose en Bilbao. Regresó a Madrid en 1789, cuando el mundo de arte estaba en manos de Goya, recibiendo pocos encargos, tres de naturaleza pictórica y unos pocas más relacionados con la ilustración de libros, estampas sueltas y otras artes menores. A este gran pintor, capaz de realizar el autorretrato vestido de garzo, una de las glorias de la pintura española poco atendidas, el Museo del Prado tomó la acertada y afortunada valentía de dedicarle una magnífica exposición bajo el firme e inteligente comisariado de la doctora Gudrum Maurer, conservadora del siglo XVIII y de Goya en el Prado.
La exposición recupera en nueve secciones el trayecto creativo de Paret, desde sus comienzos con una pintura tardobarroca que mezcla ambientes lugareños con restos de arte sagrado, hasta un fisiatría de gran riqueza cromática, pasando por una examen rococó sobre la vida social entre cuyos cuadros siempre se ha destacado el Bailete de máscaras.
Paret
Comisaria: Gudrun Maurer. Museo del Prado. Madrid.www.museodelprado.es. hasta el 21 de agosto
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