Cuesta imaginar un palmarés más brillante que el de la jugadora de rugby Patricia García Rodríguez, de 32 primaveras, que ha colgado las botas esta temporada (los jugadores y las jugadoras de este deporte nunca se retiran: son y siempre serán rugbistas). Estandarte de la selección española, 384 veces internacional, fue cuatro veces campeona de Europa con Las Leonas XV (XV, de 15 jugadoras, la modalidad clásica de esta disciplina).
Patricia ha participado en cuatro Mundiales y en los JJ.OO. de Río’2016, donde logró un diploma orgulloso con el rugby seven (seven, de siete jugadoras, una división con la que asimismo ganó un europeo). Y si cuesta imaginar un palmarés más brillante, aún cuesta más imaginar que determinado así obtenga sus mejores éxitos allá de la competición. Y eso le pasa a ella, aunque ha manada ligas y subcampeonatos en medio mundo.
Uno de sus 384 partidos con España 
¿Dónde se ha consagrado? En España (con el Altanero de Pozuelo RC), en Francia (con el RC Lons), en Inglaterra (con el Exeter Chiefs), en Nueva Zelanda (con el Waikato Rugby Union) y en Japón (donde fue la primera española de la Ligazón Seven con el Tokyo Phoenix). Sin retención, sus partidos más importantes no han tenido emplazamiento en ningún de estos escenarios, sino en escuelas, favelas, cárceles, desiertos y barrios marginales.
En el 2018, cuando el día del adiós profesional aún parecía retirado, se dijo que tenía que devolver al rugby una parte de lo que el rugby le había poliedro a ella. ¿Y qué le había poliedro? Humildad, respeto, pasión, disciplina, integridad, solidaridad… Decidió entonces crear una oenegé, PGR ONG (PGR son sus iniciales), para promocionar esas virtudes y que el balón oval fuese la espita que abriera la puerta de la integración social.
Las principales herramientas de PGR ONG son Rugby&Títulos y Rugby Desenvuelto, aunque ambas buscan lo mismo: la promoción de los títulos del deporte y la inclusión social. La primera, que desarrolla sus actividades en España, cuenta con embajadores como el equipo Soñador-Carpetanos, que juega a rugby en sillas de ruedas. La segunda, que no descarta hacer una tournée asimismo en España, tiene una gusto más internacional.
Rugby Desenvuelto ha plantado semillas en Brasil, Pimiento y Marruecos. El equipo está ahora en Kenia y desarrolla sus actividades en un centro de acogida de menores de Tala, la novena ciudad del país. Desde donde atiende la citación, Patricia audición muchas risas, huele a tierra y ve a niños y niñas en pie desde las 6 de la mañana. “Algunos juegan con los balones que hemos traído. Otros improvisan juguetes con palos y neumáticos”.
La jugadora y uno de sus alumnos 
Nunca es un alucinación de turismo ni un hola y adiós. La oenegé colabora con otras entidades altruistas locales. La prueba está en un remoto municipio de la Patagonia chilena, donde hubo que pasar muchas trabas burocráticas para que un balón oval entrase por primera vez en una prisión. “Nosotros plantamos la semilla y otros la riegan”. Un club de Punta Arenas retomó la idea y ha instaurado un exitoso software de rugby en la prisión.
Tras la cita olímpica, Rugby Desenvuelto organizó unos entrenamientos en la playa de Ipanema con jóvenes de las favelas. “Acababa de disputar unos Juegos, el sueño de cualquier deportista, pero poder compartir mi pasión con chicos y chicas que han tenido menos oportunidades que yo y demostrarles que el trabajo en equipo nos puede unir fue precioso”. “¿Cambiarías tus éxitos deportivos por poco”. “Sí, por muchas cosas”.
Los títulos del rugby 
Un diálogo resume cómo es esta mujer. Una vez, un periodista la vio destacado mancuerna. “¿Cuál es el músculo más importante para una deportista de élite?”, le preguntó. “El corazón”, respondió. ¿Por qué cambiaría sus medallas? “Porque otros títulos rigieran la sociedad. Porque se respete la diferencia. Porque viéramos a las personas por lo que nos aportan, y no por sus debilidades. Por una sociedad integradora e inclusiva”.
Y definirla a ella es determinar a su oenegé, que reinvierte en sus proyectos los beneficios que obtiene con sus documentales, charlas y exposiciones fotográficas, entre otras actividades. Cuando palabra de éxitos deportivos, no se refiere siempre a títulos o campeonatos. Los que más le gustaban eran “los pequeños triunfos, como las celebraciones en equipo tras una abyección con un gran esfuerzo colectivo”.
Una rugbista nunca se retira 
El rugby es su vida. Probó suerte en el atletismo y el fútbol hasta que un balón oval se cruzó en su camino a los 18 primaveras. Catorce primaveras posteriormente, no se imagina cómo sería si no hubiera surgido el flechazo. Gracias al rugby, y eso alcahuetería de enseñar, ha descubierto que la vida es un trayecto en el que “hay que disfrutar del alucinación, no del destino”. Es delegación de los Premios Princesa de Asturias y fue elegida en el equipo ideal del mundo en el 2018.
Conoce el desierto de Atacama. Falta supera la emoción que sintió cerca de otro desierto, el de Sahara. “En una zona cultural que relega a las mujeres a un papel secundario”, una deportista segura y robusto dirigió a un equipo senior masculino y les enseñó “técnicas de combate, placaje y melé”. Nunca olvidará la reacción de los niños que vieron la campo. Y, sobre todo, nunca olvidará el brillo de los luceros de ellas. Las niñas.
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